Las personas mayores también pueden ser voluntarias

Las personas mayores también pueden hacer un voluntariado

Las personas mayores también pueden ser voluntarias. Es un concepto que a menudo nos pasa desapercibido. Esto es porque cuando relacionamos el concepto de voluntariado con las personas mayores frecuentemente nos las imaginamos recibiendo ayuda, no ofreciéndosela a los demás.

La realidad, sin embargo, nos demuestra fehacientemente que eso es un error. No solo las personas mayores pueden también ser voluntarias sin problemas, si no que además las dos partes reciben enormes beneficios de ello.

Sin embargo, son en muchas ocasiones incluso las propias personas mayores las que no se consideran capaces de ofrecer ayuda, o de ser voluntarias. La vejez puede estar erróneamente asociada exclusivamente con la necesidad de ayuda, pasando por alto la enorme experiencia y corazón que pueden aportar a otras personas.

A pesar de ello, cada vez son más los adultos mayores los que se animan a esta clase de actividades. Veamos cuáles son las principales motivaciones que suelen llevar a las personas de la tercera edad a estas tareas:

Las personas mayores también pueden ser voluntarias… pero ¿por qué?

Como hemos mencionado, que una persona mayor tome la decisión de seguir aportando a la sociedad implica romper a menudo barreras sociales e incluso propias. Sin embargo, hay muchas razones para dar ese paso. Veamos las más comunes:

Motivos para ser voluntario con más de 65 años

  • Deseo de prestar ayuda a otros. Aunque quizá sea el motivo más evidente, no podemos pasarlo por alto, ya que también es uno de los más frecuentes. El sentido de la compasión y del servicio hacia otros es para muchos algo muy importante, y muy satisfactorio.
  • Deseo de sentirse útil. En ocasiones, ligado con el punto anterior. Al fin y al cabo, hay muchas formas de sentirse útil. Cuando nos jubilamos, de repente sentimos que tenemos mucho tiempo, y no sabemos qué hacer con él. El miedo a no seguir siendo capaces de aportar a la sociedad es muy frecuente entre las personas mayores de 65 años.
  • Deseo hacer algo en el tiempo libre. Ligado de nuevo al punto anterior. El aburrimiento y el choque de pasar largas horas en el trabajo a no tener nada que hacer, puede ser duro. Ocupar el tiempo en algo que te satisfaga es una gran manera de solucionarlo.
  • Deseo de un sentido mayor de identidad. En muchas ocasiones hay personas que aprovechan la oportunidad y el hecho de finalmente poder hacerlo porque se sienten completos. A veces, por convicción, por religión, por los valores que cada persona tenga…
  • Deseo de continuar aprendiendo. Ya no vas a la escuela, ni a la universidad, ni trabajas, pero eso no significa que no puedas continuar aprendiendo. De cada cosa que haces, de cada persona que conoces, de cada experiencia nueva que vives… la vida siempre te puede continuar enseñando.
  • Deseo de evitar la soledad. No solo se trata de tiempo. Al fin y al cabo, el ser humano es un ser social, que necesita de los demás. Las relaciones sociales son esenciales para nuestra salud mental, emocional e incluso física.

Beneficios para las personas mayores de ser voluntarios

Como hemos visto son muchas las razones que pueden llevar a una persona a realizar un voluntariado. Sin embargo, no solo se trata de obtener lo que se ha ido a buscar. También podemos encontrarnos multitud de veces beneficios que no habíamos pensado en primer lugar. Veamos los principales:

  • Mejorar las relaciones sociales y disminuir la soledad no deseada. Puede ocurrir, al fin y al cabo, que según envejecemos perdamos relaciones sociales. Desde personas que se han ido, hasta amistades del trabajo que hemos ido perdiendo, pasando por aquellas amistades con las que fruto del ajetreo del día a día ya habíamos perdido el contacto. Los voluntariados son una grandísima manera de aumentar las relaciones sociales y conocer gente nueva.
  • Aumentar nuestra autoestima. Ayudar a los demás nos hace sentir bien. Como hemos mencionado, sentir que no solo estamos haciendo algo con nuestro tiempo libre, si no que además aquello que estamos haciendo es útil y ayuda a los demás, puede marcar la diferencia. Mejora el concepto que tenemos de nosotros mismos y, con ello, nuestra autoestima y nuestra salud emocional.
  • Potenciar la salud cognitiva. Las tareas, funciones y actividades que hacemos cuando trabajamos y las que hacemos en un voluntariado son muy distintas. A eso, hay que sumarle lo que aprendemos de todas las personas que conocemos por el camino. Eso abre nuestra mente, amplía nuestros horizontes y sirve de estimulación cognitiva.
  • Mejorar la salud física y prevenir enfermedades. Cuanto más hacemos, más posibilidades tenemos de seguir pudiendo hacer. Cuanto más andamos, movemos, y nos mantenemos activos, menos posibilidades tenemos de sufrir enfermedades, y más aumentamos las de encontrarnos sanos el día de mañana.
  • Obtener beneficios fruto de la ayuda mutua. Hay muchos tipos de voluntariados. Desde algunos que sirven para apoyar a personas que sufren determinada enfermedad, hasta algunos que pueden ayudar simplemente haciendo compañía a otras personas. Cuando en esas actividades nos encontramos personas que han podido pasar cosas similares a nosotros, también nos beneficiamos de ello. Compartir experiencias similares ayuda a ambas partes.

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