Cuidados de la piel en personas mayores
Con el paso del tiempo, las personas van desarrollando ciertos cambios biológicos que les afectan, y que hay que tener en cuenta en el cuidado de las personas mayores. Entre las diversas problemáticas que visibles, aquellas que afectan a la piel son muy relevantes. La piel es uno de los primeros órganos en envejecer, y la disminución del grosor y la vascularización de la dermis produce en las personas mayores flacidez e hipotermia.
Las personas mayores tienen una renovación de la piel más lenta, una mayor fragmentación de la misma por pérdida de colágeno, una pérdida de la capa ácida de la piel que provoca una mayor frecuencia de infecciones, etc. Por eso es tan conveniente un cuidado diario adecuado. ¿Cómo ayudar al cuidado de la piel en ancianos?
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Problemas cutáneos en el cuidado de las personas mayores
En el cuidado de las personas mayores, en muchas ocasiones podemos notar cómo algunas sienten ganas muy fuertes de rascarse. Sumado a la insuficiencia renal, esto puede ser un síntoma de prurito. Esto ocurre cuando los riñones, al no funcionar bien, provocan que se acumulen cristales de ácido úrico en la piel, causando irritación. Suele darse con más frecuencia en las extremidades, la cabeza y la espalda.
Otra cosa que podemos notar en el cuidado de las personas mayores, relacionado con la piel, son algunos síntomas como picor y dolor, acompañados por problemas en las uñas de las manos y los pies y en la piel del cuero cabelludo, como pequeños hoyos o manchas amarillentas en las uñas o placas rojas cubiertas de caspa en la cabeza.
Esto puede ser síntoma de psoriasis, que es una enfermedad autoinmune crónica pero no contagiosa. Por el momento no tiene cura, y alterna periodos de brotes con otros sin síntomas.
Una enfermedad de la piel que podemos observar también con mucha frecuencia en el cuidado de las personas mayores es el Herpes zoster. En este caso, podemos observar la aparición de pequeñas ampollas o erupciones con líquido en pecho y espalda. Éstas avanzan hasta convertirse en unas costras que dejan la zona sensible incluso al contacto con la ropa.
Por supuesto, también tenemos otras enfermedades más conocidas y habituales en el cuidado de las personas mayores, como las escaras. Éstas son úlceras por presión causadas por la imposibilidad de moverse, creando una presión prolongada en exceso sobre la piel. Son extremadamente comunes en casos de personas encamadas, y son extremadamente difíciles de curar una vez han salido. Por ello, la mejor idea es siempre la prevención.
Prevención y tratamiento de problemas de la piel en mayores
La pregunta del millón. Si nos dedicamos al cuidado de personas mayores y queremos prevenir o tratar este tipo de síntomas, ¿qué podemos hacer?
Nutrición
Como siempre, la nutrición puede ser uno de nuestros grandes aliados en el cuidado de las personas mayores. Determinados alimentos contienen ácido úrico, que como hemos explicado, aumenta el riesgo de prurito. Esto son alimentos como carnes rojas, vísceras, embutidos, marisco, vegetales como el espárrago o la coliflor y algunos hongos como los champiñones.
Hidratación cutánea
El uso de cremas, pomadas y lociones que hidraten la piel también les ayudará a tener mejor salud y mayor elasticidad, evitando esta clase de problemas. Aplicar crema por todo el cuerpo a diario siempre que se ducha es siempre una buena idea. También es necesario protección solar y el uso de sombreros, para evitar la radiación ultravioleta.
Sistemas antiescaras para descanso
Para la prevención de escaras también son necesarios otras medidas, como cambiar las sábanas a menudo, cambios posturales cada tres horas, etc. también convendría examinar la piel una vez al día, para detectar cualquier alteración o inicio de escara que podamos encontrar. El uso de ayudas técnicas como colchones anti escaras también pueden ser de extrema utilidad.
Higiene personal
Por supuesto, la mejor de las medidas si vemos estos síntomas cuando estamos encargados del cuidado de las personas mayores, sea un cuidado personal (nuestra madre, abuelo, etc.) o profesional, es acudir al médico. Él podrá indicar los fármacos o tratamientos necesarios (como por ejemplo una vacuna en el caso del herpes), o incluso podrá indicar la necesidad de unas sesiones con el fisioterapeuta, con medidas como la exposición a la luz ultravioleta artificial en determinados casos.