Tareas de Ocio en la enfermedad de Alzheimer

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Las personas que sufren de Alzheimer sufren a manudo varios síntomas como son las pérdidas de memoria, problemas emocionales, cognitivos, físicos, etc.

Dentro de todo ello, es muy común que tengan sentimientos de frustración, irritabilidad, estrés, problemas de autoestima o autoconcepto (sintiendo a menudo que no valen nada o que son inútiles), etc.

Actividades para personas con Alzheimer

Todos esos sentimientos se ven favorecidos por grandes periodos de inactividad, y a su vez la presencia de esas emociones provoca una disminución de las ganas o sentimientos de capacidad para realizar actividades estimulantes, lo cual provoca un “círculo vicioso” en muchas ocasiones difícil de romper.

Para evitar entrar en esa dinámica, es útil tener una serie de pautas o consejos en la cabeza que podemos aplicar en el día a día, favoreciendo con ello la autoestima, la memoria, la autonomía, y en general la calidad de vida de los enfermos de Alzheimer.

Adaptación a la persona

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que es primordial adaptar las actividades a la persona, y no la persona a las actividades.

Para ello, es esencial ser conscientes de la imagen que tenemos en cuenta de la persona. Si la conocemos de hace tiempo, puede que tengamos en la cabeza todo aquello que solía ser capaz de hacer, o aquello que antes le resultaba sencillo. Sin embargo, con el avance de la enfermedad, es posible que esas circunstancias hayan cambiado, y sus capacidades hayan disminuido en algunas áreas.

Actividades demasiado sencillas le aburrirán, e incluso le podrán resultar un insulto, pero actividades demasiado complicadas podrán frustrarle y aumentar sus sentimientos de incapacidad.

Del mismo modo, hay que tener en cuenta que es imprescindible que las tareas resulten llamativas, divertidas o interesantes para la persona. Para ello, no olvidemos aquellas aficiones o costumbres que solía tener, o incluso el trabajo que solía realizar, para tenerlo en cuenta y adaptarlo para que lo pueda seguir realizando.

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Evita la frustración

No pienses que fomentar las actividades de ocio de una persona con Alzheimer es tarea sencilla. Por ello, evita frustrarte cuando no lo consigas.

Es posible que no todos los días quiera hacer algo, o que cuando acceda se mantenga poco tiempo en la actividad. Aprende a valorar lo que hayas conseguido, y a no rendirte para continuarlo intentando en otro momento.

Quizá tras un tiempo de relajación le apetezca más hacer algo, o puede que sea mejor intentarlo otro día o en otro momento. No tires la toalla y sigue insistiendo.

Si una actividad no funciona o si no le apetece en un momento concreto, no temas pasar a otra. Cuantas más cosas distintas intentes, más probable es que encuentres algo con lo que la persona pueda disfrutar.

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Crea rutinas

Las rutinas y las tareas repetitivas son un amigo y un aliado muy poderoso con las personas que sufren Alzheimer. Las tareas novedosas pueden provocar cierta ansiedad, además de que serán más difíciles de establecer y de recordar. Cuando algo se vuelve parte del día a día, se favorece la aceptación.

Por ello, procura hacer las actividades todos los días, a las mismas horas. Procura también que la nueva rutina no rompa con la que previamente solía tener: si a diario salía a la misma hora a dar un paseo, y quieres comenzar a intentar que juegue contigo a algo, procura que no sea a su hora del paseo.

Además, tareas que resulten repetitivas pueden resultar relajantes y ser más fáciles de instalar. Algunos ejemplos son doblar ropa, limpiar la mesa con un trapo, secar los cubiertos cuando los hayas limpiado, etc.

Reforzamiento positivo

El reforzamiento positivo consiste en aumentar una conducta mediante premios o consecuencias gratificantes. Se ha demostrado que resulta más útil que castigar aquellas conductas que no queramos que se repita.

Por ello, evita regañar o ridiculizar a la persona si no ha sido capaz de hacer alguna de las tareas, pues lo más seguro es que no vuelva a querer hacerlo.

Por el contrario, trata de encontrar algo que haya hecho bien. Por ejemplo, valora todas aquellas veces en las que no se ha confundido, en lugar de enfocarte demasiado en el momento que sí lo ha hecho.

Aunque tu intención haya sido que se de cuenta de un fallo, para la persona puede suponer aumentar sentimientos de inutilidad que muy comúnmente ya se presentan en personas que tienen Alzheimer.

Que se sientan queridos, valorados y aceptados es un objetivo básico para conseguir mejorar su calidad de vida.

Cuidar el entorno y reforzar la seguridad

Dependiendo de la capacidad de juicio de la persona, es posible que no perciban con tanta facilidad los riesgos que pueden estar corriendo, los minimicen o incluso sobrevaloren su rapidez en la capacidad de respuesta que pueden tener si hay un accidente.

Para ello, cuando vayas a realizar una actividad, primero procura preparar y revisar aquello que vayas a necesitar. Evita piezas muy pequeñas o que puedan cortarles o hacerles daño, así como cualquier cosa que pueda resultar tóxica.

Si van a usar cualquier material de riesgo, es de suma importancia que puedas supervisar y controlar en todo momento lo que está pasando.

El objetivo es que se diviertan y eviten la apatía y el aburrimiento, pero no olvidemos que como se suele decir, “la seguridad es lo primero”.

Estimulación cognitiva

La realización de actividades de ocio es una buena excusa para estimularles cognitivamente, realizando tareas que puedan favorecer sus capacidades mentales, mejorando el funcionamiento cognitivo y enlenteciendo el avance de la enfermedad.

Para ello, podemos proponer diferente juegos con números, palabras, letras, frases, etc. así, favorecemos su lectoescritura, su memoria, su capacidad de atención, etc.

En fases iniciales de la enfermedad podemos proponer actividades más complejas, como operaciones matemáticas, leer textos completos, etc., pero según la enfermedad avance, las tareas habrán de resultar más sencillas.

También resulta útil ayudar y guiar a la persona, para evitar que se sienta atascada o bloqueada y para tratar de fomentar que sienta que sigue siendo capaz de realzar diferentes actividades.

Adaptar la estimulación a la personalidad, gustos e intereses de la persona también aumentará las posibilidades de que acepte la realización de las tareas. Para ello, podemos valernos de fichas, juegos (como juegos de mesa, de cartas, etc.), conversaciones, preguntas…

Lee el momento

Para poder instalar nuevas rutinas y nuevas actividades es importante poder ser consciente del momento y el estado en el que se encuentre la persona.
Para ello, hay que tener en cuenta tanto su estado cognitivo como su estado emocional. Es importante saber si está más o menos desorientado, si está tranquilo o nervioso, etc.

Es muy frecuente en personas que sufren Alzheimer que en las mañanas se encuentren más lucidos y orientados, y por lo tanto más receptivos, y que las tardes resulten más complicadas.

Por ello, programa, de entre las tareas que quieras realizar, aquellas que sean más complejas o requieran más esfuerzo para realizarlas por las mañanas y las que sean más sencillas y fáciles de hacer para la tarde.

Evita saturar a la persona

Por último, por mucho que deseemos ver a la persona activa y entretenida, evita que se sature y frustre demasiado. Necesita también descansar y tener periodos de “no hacer nada”.

Escucha a la persona, ten en cuenta su opinión y deseos. Diferencia entre promover y convencer para fomentar la actividad y llenarle el día de actividades, una detrás de otra, pues posiblemente sienta que no puede seguir el ritmo.

Esperemos que estos consejos te hayan resultado útiles, y ante todo, no olvides que lo más importante es mejorar la calidad de vida de las personas que sufren Alzheimer, haciendo que disfruten de su día a día y que tú puedas disfrutar con ellos.

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