Resiliencia en personas mayores

Resiliencia en personas mayores

Las personas mayores, según envejecen, en una alta frecuencia desarrollan diversas enfermedades cognitivas. Cuando una persona mayor no tiene ninguna enfermedad en el cerebro, decimos que tiene una elevada resistencia.

Sin embargo, tan solo entre un 10 y un 15% de las personas que llegan a 100 años lo hacen sin sufrir Alzheimer.

A pesar de ello, hemos observado que hay muchas ocasiones en las que el mero hecho de presentar alguna clase de patología cerebral, como el deterioro cognitivo, el Alzheimer o el Párkinson, no es por sí mismo definitorio del estado de la persona.

Por extraño que parezca, el tener alguna clase de lesión y el deterioro que se produzca no siempre están tan relacionados como puede parecer. Esto es por un concepto llamado resiliencia.

Entendiendo la resiliencia en personas mayores

La resiliencia es un concepto que en la psicología hace referencia a la capacidad de adaptación que una persona puede mostrar ante acontecimientos o agentes adversos.

Como hemos mencionado, hay personas que debido a presentar diferentes patologías desarrollan diferentes síntomas, como pérdida de memoria, desorientación, alteración anímica, etc.

Podríamos observar en este caso cómo habrá personas que a pesar de compartir una misma patología, tienen síntomas diferentes, o muestran estilos de vida distintos a consecuencia de ellos: algunos tendrán más independencia, otros aceptarán más ayuda, etc.

La resiliencia marcará la diferencia en esos momentos. Las personas mayores que tengan una elevada resiliencia serán capaces de adaptarse a la enfermedad son presentar deterioro cognitivo.

Es un concepto íntimamente relacionado con la reserva cognitiva. Ésta es la capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de las demencias antes de llegar a presentar alguna clase de sintomatología al respecto.

Claves para mostrar resiliencia en mayores

Entendiendo lo que significa, veamos las características que muestra una persona resiliente, y aquello que puede favorecer o dificultar que seamos más resilientes.

En primer lugar, es necesario entender que puede haber personas que de una forma natural sean más o menos resilientes, pero también es posible tratar de controlarlo y fomentarlo, trabajándolo para mejorar nuestra situación.

Factores que influyen en la resiliencia son la autoestima y el autoconcepto. Personas que se encuentran más seguras de sí mismas actuarán con una mayor resiliencia. Del mismo modo, el autocontrol emocional es un factor de protección. Personas que tienen una mayor impulsividad tienen un mayor factor de riesgo y mostrarán generalmente una menor resiliencia.

Esto es porque una adecuada capacidad para solventar los problemas, manteniendo un estado emocional calmado, ayuda a que resolvamos las dificultades con mayor eficacia, y nos ayudará en el día a día. Si una persona, debido a la demencia, tiene algunas capacidades disminuidas, puede compensarlo mediante otras estrategias: si no me acuerdo de las cosas y me pongo nervioso lo empeoro, pero también puedo apuntarme todo en una agenda, fomentando mi memoria y disminuyendo el riesgo de que se me olvide algo importante, y manteniendo al mismo tiempo mi autonomía.

En general, ser capaz de mostrar optimismo y positivismo nos puede ayudar a mantener la calma y desarrollar estrategias que nos puedan ayudar. Siempre es necesario tener espacio y posibilidad para sentirnos seguros al mostrar algo de desazón, quejarnos o estar tristes, pero también debemos aprender a sobreponernos y buscar los recursos o la ayuda necesaria para afrontar los problemas.

Resiliencia en personas mayores

Entre las características de las personas resilientes, encontramos las siguientes:

  • Tienen la capacidad de definir bien el problema que se presenta. Para ello, hay que ser claro y concreto con él. Si tengo problemas de memoria, y estoy preocupado por ello, me será más fácil actuar si defino aquello que me preocupa. Hacer una lista siempre es útil: que se me olvide alguna cita importante, olvidarme de tomar la medicación, etc. De esta manera, podremos las soluciones adecuadas (uso de alarmas, calendarios, etc.).
  • Marcarse objetivos realistas. No por querer hacer cosas muy complicadas seremos más resilientes. Al contrario, saber nuestras capacidades y marcarnos pasos claros, entendibles y realistas, teniendo en cuenta la capacidad personal y la motivación es la clave del éxito.
  • Salud física. Aunque pueda sorprendernos, cuerpo y mente están relacionados. Personas con una mejor salud física podrán tener también una mejor salud mental. Hacer ejercicio regularmente según las capacidades de la persona, alimentarse adecuadamente, comer sano, beber la suficiente agua, etc.
  • Bienestar emocional y social. Es imprescindible entender que no podemos con todo solos. Una persona mayor aislada siempre mostrará menos resiliencia que una que cuenta con apoyos vecinales, ayuda de amigos y el amor de sus seres queridos. No solo se trata de tener la capacidad y la posibilidad de pedir ayuda, si no también de ayudar a otros. Las personas mayores a menudo se sienten una carga, sentimiento que empeora si hay presencia de alguna patología mental. Sentirse útiles y sentir que pueden ayudar puede marcar la diferencia. Nunca olvidarás la cara de satisfacción de tu padre o tu abuelo cuando te dice que ha tejido una bufanda para tu hijo.
  • Ser proactivo y adaptarse a los cambios. Cuando surgen dificultades, es importante tomar un papel activo en la solución de los mismos. Una persona mayor que desarrolla una demencia puede acabar mostrando una dependencia absoluta. Sin embargo, mantener la autonomía de la forma más adecuada en todo lo que sea posible será importante a la hora de mantener nuestras capacidades. A lo mejor no podremos hacer todo lo que hacíamos antes, o no de la forma en la que lo solíamos hacer, pero hay mucho camino aun por delante.
  • Ser autoconsciente. Es necesario que entendamos que todo lo mencionado no quiere decir que tengamos que ser positivos en todo momento. Es importante que la persona tenga espacio para comprender y expresar sus emociones, sintiendo que las mismas son valoradas y validadas.
  • Mostrar sentido del humor. Siempre hay y siempre habrá problemas y situaciones estresantes, y al padecer una patología esto esta asegurado más que nunca. El propio hecho de ser consciente de ello puede suponer para muchas personas una fuente de estrés. Sin embargo, la forma de reaccionar ante estas situaciones es clave. Reírse de los problemas y reaccionar con humor nos hará sentirnos diferentes y nos afectará psicológicamente de forma positiva.

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