La sexualidad en la vejez es un gran tabú. A muchas personas les incomoda hablar del tema o pensar en ello. Sin embargo, es importante entender que según se envejece la sexualidad y el deseo sexual no desaparecen. Entenderlo y entender cómo funciona puede ayudar enormemente a deshacernos de muchos tabús respecto a la población mayor.
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Sexualidad en la vejez: mito vs realidad
Muchas personas siguen creyendo que, al llegar la vejez, las personas pierden el deseo sexual. Sin embargo, esto no es cierto. De hecho, muchas personas mayores afirman haber comenzado a disfrutar más de la vida sexual a partir de los 50 años.
Otra idea errónea, pero muy extendida, es que la sexualidad tan solo implica el coito. Sin embargo, más allá de la vejez, esto no es cierto. La sexualidad y la sensualidad abarcan muchas expresiones afectivas más allá del coito.
A pesar de ello, sí hay cambios en la sexualidad según envejecemos. No implican en cambio el fin de esta. Veamos cuales son los principales cambios.
Cambios de la sexualidad en la vejez
Aunque el deseo como hemos explicado no disminuye, sí puede disminuir la práctica de la sexualidad o su intensidad.
Además de eso, tanto hombres como mujeres pueden experimentar cambios físicos que afecten a su vida sexual. Entre los cambios más frecuentes en las mujeres podemos concentrar los siguientes:
- Cambios en la vagina: ésta se acorta y se estrecha y las paredes se pueden volver más delgadas y rígidas. Además, es frecuente tener menos lubricación natural.
- Cambios en los orgasmos: éstos tienden a ser más cortos y contar con menos contracciones orgásmicas. Además, después del mismo, se tiende a descender más rápidamente.
En los hombres también se encuentran cambios. Estos son los principales:
- Cambios en los orgasmos: el descenso tras la eyaculación es más rápido, y el periodo refractario posterior es de más largo. Además, se puede necesitar más tiempo para alcanzar la erección, que seguramente tendrá menos firmeza.
- Erecciones más lentas y orgasmos más cortos.
Qué se puede hacer
Entendiendo la situación y los cambios, nos podemos imaginar que uno de los factores más importantes de la sexualidad en la vejez es la vergüenza.
Todos comprendemos la importancia de entender los cambios corporales y sexuales de una persona joven al alcanzar la adolescencia. La relevancia de comprender lo que nos sucede puede llevar a tener relaciones sexuales consentidas, sanas…
Es importante darse cuenta de que en la vejez pasa de igual manera. Es importante entender los cambios que se suceden, y qué podemos hacer ante ellos.
En la medida de lo posible, será importante acudir al médico, y no tener vergüenza de ello, si hay cualquier problema. Patologías como la sequedad vaginal pueden ser muy dolorosos, por ejemplo. El doctor podría recetar por ejemplo lubricantes, e incluso aconsejar los más apropiados.
Para ello, en cambio, es importante uno de los factores en los que hemos estado haciendo énfasis: normalizar la sexualidad en la vejez, que no sea un tabú. Esto incluye tanto el hecho de que ésta se mantiene como el hecho de que puede cambiar.
De la misma manera, puede ser importante recordar que la sexualidad incluye muchos tipos de contacto físico e íntimo, y no solo el coito. Hablar de las necesidades de cada uno, abrazarse, besarse, etc. Puede ser lo que necesiten.
Homosexualidad en la vejez
Por supuesto, no podemos finalizar este blog sin atajar uno de los grandes tabús de la sexualidad en esta generación: la homosexualidad en la vejez.
Y esto es porque la aceptación de la homosexualidad entre las personas jóvenes puede ser más común. Sin embargo, con personas mayores puede resultar más complicado.
Es importante entender la historia de vida y situación de cada uno. Al fin y al cabo, son muchas las personas mayores que se han pasado demasiados años tratando de encajar en una sociedad que no les aceptaba. De hecho, no hace tanto que en España la homosexualidad era perseguida.
Los grandes tabús que enfrentan pueden provocar que muchos de ellos sufran soledad e incluso problemas de salud tanto físicas como mentales.
Ansiedad, depresión, etc. Son problemas acuciantes a los que no les damos suficiente importancia. Además, son muchos los médicos que ni están preparados para dar una respuesta sensible a la población LGTB