La nictofobia en personas mayores es a menudo más un miedo irracional a la oscuridad que muchos pueden sufrir. Muchas personas lo asocian más a los niños pequeños. Sin embargo, esto no es cierto.
La noche puede estar asociada a su vez a otros muchos problemas y miedos. Si sumamos esto a patologías previas, la nictofobia puede ser muy incapacitante para la persona mayor.
Veamos qué implica tener nictofobia para las personas mayores. Entender qué lo causa y qué hacer al respecto puede ayudar a comprender a la persona. Tener paciencia y saberla ayudar será clave para una mejor calidad de vida de la persona en cuestión.
Índice
Qué es la nictofobia y cómo detectarla
Como ya hemos explicado, la nictofobia es un miedo irracional a la oscuridad. No tenemos que confundir no obstante un simple miedo con una fobia. En la última, el miedo es irracional y de una alta intensidad. Con la nictofobia se pueden producir ataques de ansiedad, provocados por la propia oscuridad o por la noche. La persona mayor que sufre de nictofobia no podrá salir de casa pasada cierta hora.
El miedo a la oscuridad está a su vez relacionado con otros miedos. Suele implicar un miedo a lo desconocido. También se podría relacionar con un temor por un sentimiento de vulnerabilidad asociado a problemas físicos y/o cognitivos.
Entre los síntomas de la nictofobia en personas mayores encontramos los siguientes:
- Dificultad para conciliar el sueño e incluso presencia de pesadillas cuando se logra dormir.
- Síntomas de ansiedad: sudoración, nervios, agitación de la respiración, temblores, náuseas, etc. Esto en ocasiones puede llegar a ser tan grave como para producir un ataque de ansiedad.
- Sentimiento irracional de miedo cuando hay ausencia de luz
- Falta de apetito
- Dolor de cabeza, migrañas.
- Boca seca
- Bloqueo mental que impide actuar ante un posible peligro.
Causas de la nictofobia en personas mayores
Lo primero que hay que entender con las fobias es que en muchas ocasiones la causa es incierta. No siempre hay una causa clara e identificable, y no tiene por qué haberla. Sin embargo, sí pueden existir algunos factores habituales. Los principales son:
- Haber sufrido en algún momento un episodio traumático: son muchos los posibles eventos traumáticos que se pueden haber sufrido. Desde enfermedades, fallecimiento de seres queridos, accidentes, etc. En realidad, no tiene por qué estar directamente relacionado con la oscuridad. Estos eventos nos han afectado profundamente. Generan un sentimiento de dolor, vulnerabilidad…
- Personas sensibles a los cambios o con sentimientos de vulnerabilidad: Es común que algunas personas mayores sientan una disminución de sus recursos. Tienen la sensación de que ante un potencial peligro, su capacidad de reacción y defensa han disminuido. Por ello, la oscuridad se muestra como algo amenazante que puede provocar mucha preocupación o ansiedad.
- Periodos convulsos o con cambios: como hemos mencionado en otras ocasiones, las rutinas pueden ser las grandes aliadas de las personas mayores. Por el contrario, los cambios pueden resultar algo complicado. Puede costarles adaptarse a ellos. Pueden provocar algo de ansiedad y nervios. Este miedo al cambio o a lo desconocido está muy ligado con el miedo a la oscuridad.
Principales recomendaciones
El miedo a la oscuridad puede suponer un inconveniente en la vida diaria de la persona mayor. Puede causar problemas cuando se oscurece. Necesitan a menudo cerrar todas las ventanas y puertas. Pero no es el único problema.
Cierto insomnio, pesadillas, dificultad para descansar… cuanto peor descanse la persona por la noche, más alterado estará por el día. Estará cansado, tendrá dificultades cognitivas, anímicas, etc. Por ello, buscar ayuda es imprescindible. Estas son algunas sugerencias que pueden ayudar:
- Hábitos de seguridad: la oscuridad provoca inseguridad. No todo es completamente irracional. Tener conductas como asegurarse de cerrar la puerta con llave, tener el móvil a mano, tener los objetos de valor guardados, etc., son conductas inteligentes que pueden ayudar.
- Instalar un sistema de luz graduada. Mientras la persona está despierta, antes incluso de cenar, asegúrate de que haya una buena luz. También se pueden poner luces más tenues para evitar la oscuridad completa.
- Buenos hábitos de sueño: rutinas estables tanto durante la tarde como por la noche ayudarán a conciliar el sueño y lidiar con los problemas del día a día a consecuencia del miedo. Hábitos de higiene del sueño ayudarán a poder descansar mejor.
- Conductas de relajación: técnicas de respiración, actividades como el yoga, infusiones, música relajante, etc. Si hay algo que ayude a que esa persona esté tranquila, ¡úsalo!
- Por último pero no menos importante, busca ayuda. Un psicólogo podrá ayudarte a superar la fobia y a lidiar con los sentimientos de ansiedad que se provocan. Podrás hacerlo en un entorno seguro y con la ayuda que mereces.