La deshidratación es un problema muy frecuente en personas mayores. Además, con la llegada del calor, este problema tiende a agravarse. No en vano, una gran parte del cuerpo humano consiste en agua. Es cierto que con el paso de los años este nivel de agua en el cuerpo va disminuyendo. A pesar de ello, su importancia para el organismo sigue siendo máxima.
La deshidratación en personas mayores ocurre debido a que con el paso de los años, la sensación de sed disminuye. Pueden necesitar beber pero no ser conscientes de esa necesidad. Ello les lleva a beber menos y no pedir ningún vaso de agua. Si no estamos pendientes de insistir, podremos no darnos cuenta.
Índice
Cómo detectar la deshidratación en personas mayores
Lo primero y más importante de todo, es ser consciente de cuándo una persona mayor está deshidratada. También será importante hacernos una idea de cuál es exactamente la situación y la gravedad de la misma.
No todos los niveles de deshidratación son iguales, ni implican lo mismo. Cuando antes nos demos cuenta, menor será la gravedad de la misma.
Un nivel de deshidratación menor se puede tratar con mucha más facilidad. Ante esto, solo detectáremos los primeros síntomas. Si la situación se agrava se puede requerir la intervención de un profesional, por lo que será imprescindible acudir al médico. Puede ocurrir tanto por falta de ingesta de líquidos como por alguna patología. En los casos más graves la intervención médica habrá de ser urgente y puede llegar a provocar mucho sufrimiento en la persona mayor.
Como hemos mencionado, hay personas que debido a presentar diferentes patologías desarrollan diferentes síntomas, como pérdida de memoria, desorientación, alteración anímica, etc.
Podríamos observar en este caso cómo habrá personas que a pesar de compartir una misma patología, tienen síntomas diferentes, o muestran estilos de vida distintos a consecuencia de ellos: algunos tendrán más independencia, otros aceptarán más ayuda, etc.
La resiliencia marcará la diferencia en esos momentos. Las personas mayores que tengan una elevada resiliencia serán capaces de adaptarse a la enfermedad son presentar deterioro cognitivo.
Es un concepto íntimamente relacionado con la reserva cognitiva. Ésta es la capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de las demencias antes de llegar a presentar alguna clase de sintomatología al respecto.
Principales síntomas de deshidratación
- Quizá el síntoma más obvio es la sequedad en la boca y la sensación de tener sed. Esto puede ocurrir tanto por problemas bucodentales, como por el espesor y disminución de la cantidad de saliva producida. Como hemos dicho, una persona mayor a menudo no detecta la necesidad de beber. En estos momentos, podemos fijarnos en otros síntomas como dificultad para hablar, tragar o masticar alimentos.
- Calambres en los músculos. La disminución de agua en el organismo puede disminuir la cantidad de minerales que van a los músculos. Esto puede producir a su vez calambres y espasmos.
- Estreñimiento. Al beber menos la capacidad para evacuar los alimentos se ve disminuida. Esto a su vez provoca otros síntomas como dolor intestinal, falta de apetito, etc.
- Disminución de la cantidad de orina. Puede resultar evidente, pero cuanto menos bebemos, menos orinamos. Además, la orina puede resultar más olorosa y oscura. También puede producirse por problemas renales.
- Aumento de la sequedad de la piel, que se puede agrietar por la falta de agua en el organismo.
- Aumento de la sensación de cansancio. Al haber menos nivel de agua en la sangre, se puede producir una bajada de tensión en la persona mayor. Esta a su vez provocará un aumento de la fatiga que puede sentir.
- Dolor de cabeza. Esto ocurre porque el organismo trata de compensar la falta de líquido controlando el flujo de oxígeno. Por este motivo, se pueden llegar a producir cefaleas o migrañas.
Cómo prevenir la deshidratación
La forma más obvia de prevenir que una persona mayor se deshidrate es la ingesta de agua y otros líquidos. Sin embargo, muchas personas mayores pueden negarse a beber. Puede ser por falta de sed, porque “no les guste el agua”, o por no querer ir al servicio tan a menudo. Veamos las medidas que más pueden ayudar:
- Tomar líquidos mediante otros alimentos: gelatinas, verduras ricas en agua como espinacas o espárragos, frutas como el melón, la sandía o las fresas, etc. también “adornar” el agua con otros sabores como limón, naranja o pepino puede hacer que les resulte más fresca o apetecible.
- Evitar alimentos que deshidraten, como el café, el alcohol o las bebidas azucaradas.
- Organizar la ingesta de líquidos a lo largo del día. Si la persona no quiere levantarse por la noche para hacer pis, será mejor que no beba mucho antes de acostarse. Por ello, a lo largo del día, será necesario que tome la cantidad necesaria de líquidos.
- Buscar “escusas” para que beba, como tragar más fácilmente la medicación o la comida, aclararse la garganta, etc.
- Adaptarse a la forma de beber que más fácil le resulte a la persona. Los hay que prefieren tomar uno o incluso dos vasos de agua “seguidos”. Otros en cambio prefieren ir dando chupitos a lo largo del día. Cuando más cuesta, hacerlo progresivo puede resultar la mejor idea.
- Adaptar la cantidad de líquido a la necesidad y el momento. Si se suda más es necesario beber más. Por ello hay que tener en cuenta el calor que hace, si se ha hecho ejercicio. También es importante si se ha salido a dar un paseo a la calle en verano.
- Coger la rutina. Beber sin tener sed es posible, pero más difícil. Por ello, es importante insistir para que la persona coja la costumbre de beber, y le resulte más fácil.
- Acudir al médico cuando sea necesario. Puede haber factores que estén influyendo en la deshidratación. Entre ellos estarían la toma de diuréticos, determinados medicamentos que disminuyen la sed, etc. También otros factores de salud como la diarrea o los vómitos.
- Evita golpes de calor. Aquí te ayudamos a detectarlos y evitarlos. Y si necesitas ayuda, ¡Consúltanos!