Cómo fomentar la autonomía de una persona mayor
Cuando uno comienza a envejecer es cierto que deja de ser capaz de hacer algunas acciones. Esta situación se magnifica en caso de sufrir alguna enfermedad degenerativa o crónica que afecte a nivel cognitivo o genere incapacidad o dolor físico. Pero hay otras muchas cosas que sí se siguen pudiendo hacer y enseñar. Como dice el refrán, la experiencia hace a la persona maestra. Y de esta forma lo más recomendable es fomentar la autonomía de una persona mayor.
Durante mi experiencia personal y profesional como psicóloga profesional de este campo he vivido y observado lo difícil que puede resultar dejar que la persona mayor haga todo aquello que puede hacer en vez de hacérselo nosotros. Pero, ¿por qué nos resulta esto tan complicado?
Índice
Cómo fomentar la autonomía y por qué
Imaginemos la siguiente situación: somos la cuidadora principal y estamos preparando la comida. La persona de 85 años a la que cuidamos está en el salón viendo la televisión. Por un momento nos planteamos la duda de si avisarla para que venga y pueda participar o hacerlo a nuestra manera, más rápido. Y ya cuando esté todo listo llamarla para que venga a comer. Sabemos que muy probablemente con su participación el proceso se alargue, tengamos que intervenir porque se olvide de lo que ha puesto y la cena se enfríe.
Bien, aquí tenemos un momento crítico donde debemos recordar que el objetivo no es ser eficiente, es fomentar la autonomía de la persona a la que se cuida. Por tanto, adaptando a las capacidades actuales de la persona lo mejor sería avisarla para que pueda participar pelando una patata o simplemente poniendo parte de la mesa.
Ventajas de hacer partícipe a la persona mayor en una tarea cotidiana
La movilidad es un ámbito que siempre es conveniente potenciar para mejorar y activar la autonomía de un mayor. Y estos ejercicios cotidianos del día a día son una actividad aconsejable.
Por una parte, la persona mayor se moverá del sofá por lo cual hará ejercicio, su mente se activará, ya que habrá que pensar qué cubertería hay que poner según la comida, podrá hacerlo a su manera, demostrándose que es capaz. Esto subirá su autoestima y tendrá muchos otros efectos positivos que no tendremos en caso de que hagamos todo nosotros y ya solo contemos con ella para el acto concreto de comer.
Esto se puede adaptar en caso de que la persona no pueda caminar haciendo el ejercicio mental de qué haría falta y cómo hacer las recetas. O dando indicaciones concretas a personas con deterioro cognitivo para que ejerciten su mente y se sientan también parte de su entorno. Esto se puede aplicar a abrocharse una camisa, asearse la cara o elegir la ropa de ese día.
Cómo mejorar la autonomía de ancianos
Cuando en esta situación nos resulta complicado contar con la otra persona podemos reflexionar para ver posibles causas y poner soluciones que mejoren la situación. Podemos encontrar varias de estas causas, aunque cada persona tiene las suyas, algunas de ellas podrían ser: tener prisa, estar cansado, falta de paciencia, no querer aceptar que la persona mayor tiene más limitaciones que antes o tratar de evitar que la persona mayor se canse o se frustre al no verse igual de capaz de lo que era antes. Esto es un error ya que cuanto más haga hoy yo por esa persona mientras ella misma pueda hacerlo, menos podrá hacer por sí misma mañana. Con esta actitud se está restando autonomía y sumando dependencia.
¿Qué hacer para elegir la opción de un mejor cuidado?
Primero se debe averiguar qué se siente y qué pensamientos alimentan dicha emoción. Una vez se haya averiguado, lo siguiente es observar y escuchar al otro. Es decir, ¿qué estoy generando con esas acciones a la persona mayor? En algunos casos habrá indiferencia por parte de la otra persona, pero en la mayoría de los casos aparecerán episodios de frustración, enfado o tristeza generados por esa falta de posibilidad y de sensación de incapacidad ante tareas que pueden hacer.
La indefensión aprendida
Hay un fenómeno psicológico que se llama la indefensión aprendida. Es algo que nos ocurre a todas las personas. Se trata de que cuando se inteta varias veces hacer algo y no se puede, simplemente se asume que no hay capacidad para hacerlo, aunque la situación sea en un entorno diferente con recursos nuevos que si permitirían poder realizarlo.
Cuando esto ocurre con tareas como enjabonarse el cuerpo, vestirse, peinarse, pelar y cortar una verdura, decidir qué comer, cocinar o ir a comprar, se deja de sentir esa capacidad y la autoestima cae en picado, llegando a ser más dependientes de lo que se podría ser.
Cuidadores y personas mayores con poca autonomía
Al cuidar a una persona mayor es importante observar, ser consciente de las limitaciones y capacidades, las actuales y las potenciales. Hay que poner recursos al servicio de la autonomía, apoyar para que la persona lo pueda lograr, pero nunca excluirla de la posibilidad de lograr algo o de tomar decisiones.
Cuando ya se ha dado el paso de lograr incluir a la persona en las actividades, puede que la persona logre hacerlas o no. En caso de que sí la realice, se puede premiar su esfuerzo por medio de un refuerzo positivo como un halago, una palabra o gesto de cariño o un pequeño premio.
En caso de no lograrlo, no hay que recriminarle o desafiar a la persona asumiendo que en realidad sí podría hacerlo, simplemente se observa qué ha podido ocurrir y se consideran junto a ella posibles alternativas adaptadas a la situación.
Se trata de encontrar un equilibrio entre ayudar y acompañar. Hay que trabajar a nivel personal diariamente para recordar que el objetivo no es ser eficiente, sino fomentar la autonomía de una persona mayor. Se trata de intervenir de forma activa solo cuando la persona no pueda hacer o decidir algo por sí misma o te pida ayuda.
Aquí podemos utilizar la comunicación, ya que es una de las herramientas más potentes de las relaciones entre personas. Hablar es una de las principales maneras de entender a los demás y poder explicarles tanto emociones como pensamientos.
Beatriz Carmena: Psicóloga.