Cómo cuidar a una persona con Parkinson
En la sociedad actual dos de las enfermedades más comunes entre las personas mayores son el Alzheimer y el Parkinson, siendo ésta última muy desconocida por muchas de las familias. La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica y progresiva que afecta al sistema nervioso.
Los tratamientos dirigidos a las personas mayores que tienen Parkinson no pueden curarles, pero sí tratan de mejorar su calidad de vida. Existen prácticas y cuidados recomendados para personas con Parkinson que conviene utilizar.
Para saber cómo ayudar a las personas mayores que sufren Parkinson, comprendamos en primer lugar lo que es y lo que implica tener dicha enfermedad.
La enfermedad de Parkinson
¿Qué significa tener Parkinson? Las personas mayores que tienen Parkinson sufren de una falta de dopamina en el cerebro. La dopamina es la sustancia que se necesita para que el cerebro pueda transmitir la información que permite realizar los movimientos de una forma normal y correcta. Por ello, las personas mayores con Parkinson tienen unos síntomas motores muy concretos, como temblor o rigidez cuando se encuentran en reposo.
Síntomas del Parkinson
Otros síntomas que pueden presentar las personas mayores con Parkinson son inestabilidad postural, lentitud de movimientos (bradicinesia) o incluso, llegado el momento, incapacidad para iniciar un movimiento (acinesia).
Las personas mayores con Parkinson también presentan otras muchas alteraciones, como dificultades de habla, de expresión facial, dificultades respiratorias, demencia, alucinaciones o delirios, trastornos de control de impulsos, problemas del sueño, dificultades para tragar, problemas digestivos, etc.
¿Cómo tratar con personas que tienen Parkinson?
Los familiares de personas mayores con Parkinson, a menudo, se sienten sobrepasados con toda la información y dificultades que se presentan, pero son varias las cosas que podemos hacer para facilitarles la vida a esas personas mayores y mejorar su calidad de vida.
Seguir indicaciones de personal sanitario
Consultar con los profesionales adecuados para que ayuden en el proceso, como un logopeda para detectar y prevenir trastornos del habla, un fisioterapeuta para disminuir su rigidez muscular, los temblores, controlar la postura, etc., un psicólogo para asistir en los aspectos emocionales, cognitivos y conductuales, etc.
Incentivar el ejercicio en la senectud
Promover que las personas mayores realicen los ejercicios que estos profesionales hayan pautado, acompañándolos y guiándolos en el proceso.
Ayuda y compañía
Ayudar a las personas mayores según la enfermedad vaya avanzando, mediante un proceso de acompañamiento y apoyo. Las relaciones sociales y familiares son ene stos casos más importantes que nunca.
Adaptación del hogar
Adaptar el hogar de las personas mayores que sufren Parkinson. Esto incluye tanto despejar los espacios de muebles que puedan resultar un estorbo para el paso, quitar alfombras y asegurar una buena iluminación como hacerse con las ayudas técnicas necesarias, como cubiertos adaptados, sillas o andadores, pinzas para recoger objetos del suelo, agarraderas para el plato de ducha, etc.
Mejorar la autonomía de la persona
Promover la autonomía, mediante la repetición de ejercicios cotidianos como levantarse del asiento, lavarse las manos y la cara, etc. para facilitar que puedan continuar haciéndolo por más tiempo.
Actividad diaria de paseos
Realizar paseos diarios y cotidianos, siempre a un ritmo adecuado. Resulta adecuado también aprovechar este momento para favorecer que las personas mayores con Parkinson balanceen los brazos, movimiento que tienden a perder.
Practicar caídas y levantamientos
Enseñarles a caerse y levantarse, siempre con las manos por delante. Dejarles practicar el levantarse del suelo de forma autónoma puede resultar útil.
No decaerse
Las personas mayores con Parkinson a menudo se bloquean cuando intentan andar o moverse. En estos momentos, es útil poderles marcar el ritmo, con una pauta numérica, andando a su lado, mostrándoles la “meta” etc.
Por último, no podemos olivar cuidar la propia salud física y emocional. No solo las personas mayores necesitan ayuda, también sus cuidadores. Atender a las propias necesidades y evitar la saturación resulta vital. No hay que desestimar la importancia de pedir ayuda y puede resultar muy efectivo programar ciertos momentos de escape o desconexión.
En muchas ocasiones, los cuidadores o familiares sienten hacia esto ciertos sentimientos de culpa, pero no podemos olvidar que el primer paso para cuidar a otros es cuidarse uno mismo.