Cómo afrontar la jubilación en la tercera edad puede resultar un reto más grande de lo que muchas personas pueden pensar al principio.
Puede haber una gran cantidad de gente que mire a la jubilación sin miedo, al menos al inicio. Sin embargo, después puede costar más de lo anticipado.
De hecho, aun tiempo después de haberse jubilado puede haber muchas personas que sigan acusando la falta de actividad que han comenzado a tener después de la jubilación. Siguen sintiéndose personas activas y válidas, pero sienten que han perdido parte de su identidad al dejar de trabajar.
Esto viene muchas veces por problemas asociados a la jubilación, pero también por ideas preconcebidas que tienen muchas personas.
De hecho, se asocia la jubilación a la pasividad y acaba viéndose ligada a mitos erróneos sobre la vejez.
Entender mejor la realidad de la jubilación nos puede ayudar a afrontarla mejor, y a que a la larga no nos suponga un impacto negativo.
Índice
Retos y dificultades de la jubilación
Lo primero es entender cuáles van a ser los principales problemas que pueden impedirnos disfrutar de la jubilación de una manera plena.
Solo sabiendo eso, podremos tener unas estrategias adecuadas y eficaces, y sacar el mejor provecho de esta etapa.
- Ideas preconcebidas: como ya hemos mencionado, puede ser una de las dificultades más grandes. Si para ti la jubilación implica aburrimiento y pasividad, lo afrontarás con más desánimo. Es más posible que, irónicamente, puedas caer en aquello que más temes. Solo si abres los ojos podrás ver todas las posibilidades.
- Pasividad diaria: si te has pasado una gran parte de la vida de casa al trabajo y del trabajo a casa, el cambio puede resultar duro. Si no haces algo por evitarlo, puedes darte cuenta de que no estás seguro de qué hacer con tu ansiado tiempo libre. Y cuanto menos hacemos, menos queremos hacer. Como suelen decir, la pasividad llama a la pasividad.
- Aburrimiento: a menudo es una consecuencia de lo anterior. Esta nueva etapa puede acabar provocando una sensación de apatía y aburrimiento. Ya no es solo que no sepas qué hacer. A menudo muchas personas comienzan a notar falta de energía, e incluso de alegría.
- Dificultades económicas: no todo lo que sufres a consecuencia de la jubilación es anímico. Lo cierto es que muchas personas ven sus ingresos disminuidos, ya que la pensión es más baja, y apretarse el cinturón con la disminución de la economía y el aumento de los gastos no es tarea fácil.
- Pérdida de identidad personal: esto pasa cuando una gran parte de quién eres está vinculado a lo que haces. La jubilación supone un cambio de rutinas y un cambio de paradigma. No solo cambia tu día a día, también en una gran medida cambias tú. Al menos, ese es un riesgo muy grande para una gran cantidad de personas.
A pesar de todo, no es necesario agobiarse con los posibles problemas. Todas las situaciones novedosas y todos los cambios pueden resultar complicados. Cada situación tiene sus ventajas y sus retos. Éstos últimos, en cambio, pueden llegar a superarnos a cualquiera en un momento dado.
Ser consciente puede ayudarnos a estar preparados, pero no tenemos que dejar que esto nos supere.
Cómo afrontar la jubilación en la tercera edad: consejos prácticos
Ya sabemos qué podemos encontrarnos, y a qué podemos tenernos que enfrentar. Ahora veamos cuáles son los recursos a nuestro alcance para ello, y cómo prepararnos adecuadamente para esta nueva etapa.
Al fin y al cabo, como ya hemos mencionado, afrontar la jubilación con buena cara puede ayudarnos también más adelante. Cuanto mejor empiece la jubilación, más podremos disfrutar de la tercera edad más adelante.
- Prepárate para los cambios con el tiempo suficiente: planificar la jubilación antes de la fecha prevista puede ser una buena idea. Hacer un plan de los aspectos financieros, asegurarse de tener previsiones realistas, estudiar planes de jubilación, etc. No tenemos que empezar a pensar en ello cuando ya nos haya llegado.
- Mantén tus actividades de ocio: Irónicamente, aunque la jubilación supone un aumento del tiempo libre, a menudo muchas personas abandonas actividades que les gustaban. Ya sea la música, tomar algo con los amigos, jugar al mus, etc. Si te gusta algo y disfrutas de ello, ¡Hazlo más!
- Haz ejercicio físico: no solo tienes que cuidar de tu salud mental, también de tu salud física. Sal a andar, apúntate al gimnasio. Haz estiramientos, corre por el parque… hay muchas opciones.
- Mantén una buena alimentación: encontrarse bien incluye también comer bien. La falta de horarios externos puede llevarnos a perder las rutinas de alimentación. Pero eso es algo que no nos beneficia. Come sano y equilibrado, y bebe la suficiente agua. Además, siempre que puedas come a la misma hora.
- Mantén una red social y de apoyo: muchas personas tienen sus amistades principales en el trabajo. Al dejar el mismo, el riesgo de aislarse disminuye. Sin embargo, la necesidad de tener relaciones sociales aumenta. Es bueno para el estado anómico. Además, supone una red de apoyo con la que contar cuando tengamos dificultades, y que nos ayudará inmensamente a afrontar los cambios.
- Realiza actividades no remuneradas: dejar de trabajar no significa que no puedas seguir haciendo cosas. Hay muchas opciones a nuestra disposición que pueden además ayudarnos a sentirnos útiles en una etapa complicada. Desde clases y cursos hasta voluntariados, escoge lo que más se adapte a tus gustos.
- Estimula tu cerebro: sigue siendo necesario que hagas tareas que te supongan un reto. Puedes apuntarte a clases, aprender un nuevo idioma, leer, hacer rompecabezas…
Una vez comiences a poner estos consejos en práctica, te darás cuenta de que la jubilación puede ser una etapa, aunque complicada, maravillosa a su propia manera, y llena de oportunidades.
Una jubilación satisfactoria puede ser el primer escalón a una vejez placentera.