Una de las enfermedades más comunes a nivel mundial es la enfermedad de Alzheimer, previéndose además que la incidencia continúe aumentando. Así pues, el presente artículo pretende profundizar un poco en esta enfermedad tan compleja, para ayudar a comprender a las personas que la sufren, a sus familias y a sus cuidadores lo que está pasando.
Índice
¿Qué es el Alzheimer?
El Alzheimer es un tipo de demencia. Es una enfermedad neurodegenerativa que afecta disminuyendo la capacidad intelectual de la persona que la padece, en comparación a sus capacidades previas.
Podemos saber que una persona tiene Alzheimer porque muestra una alteración de la memoria, además de cambios psicológicos, sociales y de comportamiento. Afecta, naturalmente, a su nivel social y funcional, es decir, a su independencia para realizar las tareas de la vida diaria.
Al ser una enfermedad progresiva, comienza por tareas más complejas, como planificar y secuenciar una serie de conductas, hasta llegar a otras más básicas como andar, comer o vestirse. También puede afectar al lenguaje, la capacidad de reconocer y manipular objetos, etc.
Causas del Alzheimer
Se desconocen las causas concretas que provocan la enfermedad de Alzheimer, que pueden ser tanto genéticas como no genéticas.
Muchos de los cambios neurológicos que podemos observar en el Alzheimer son los mismos que vemos en el proceso neurológico normal de envejecimiento, la diferencia radica en que su desarrollo y las transformaciones que se producen son más llamativas y se extienden también a otras áreas.
Las dos principales alteraciones que podemos observar en el cerebro de una persona con Alzheimer son la pérdida neuronal (es decir, las neuronas se mueren con mayor rapidez de lo que supone habitualmente el proceso de envejecimiento) y la destrucción de sinapsis (conexiones entre neuronas) en el hipocampo y la corteza cerebral.
Estas áreas son las responsables de aspectos como la memoria, la toma de decisiones, el habla, etc. este es el motivo por el que vemos ese tipo de alteraciones en personas mayores con Alzheimer.
Posibles síntomas del Alzheimer
Los síntomas que podemos observar en esta enfermedad son variados, desde más pequeños a más grandes, de más simples a más complejos:
Pérdidas de memoria
Estas comienzan afectando a la memoria a corto plazo y se van volviendo más complejas. La persona puede comenzar no recordando detalles, como dónde ha dejado algo o un número de teléfono, y acabar provocando el olvido de cosas como lo que han hecho ese día, un acontecimiento que acaba de ocurrir, nombres de familiares, etc.
Dificultad para realizar una secuencia de tareas compleja
La dificultad radica en la propia capacidad de planificación previa necesaria. Por ejemplo, para cocinar es necesario recordar los ingredientes necesarios y prepararlos, coger los utensilios que vamos a usar, seguir la receta en los pasos necesarios, etc.
Problemas del lenguaje
Puede comenzar con la dificultad para encontrar la palabra adecuada, provocando un pequeño bloqueo y la consiguiente dificultad para poderse expresar como desea, pero también puede implicar que la persona necesite dar excesivos rodeos para decir lo que quiere, llegando incluso en ocasiones a inventarse palabras para ello.
Desorientación espacio temporal y personal
Esto implica que no recuerda dónde está, el día que es, la hora, o incluso la estación en la que está, provocando la dificultad diaria consiguiente: cómo vestirse acorde a la temperatura y necesidades, a dónde ir, etc. también olvidan datos personales como su propio nombre o la fecha de su nacimiento.
Cambios en el estado de ánimo
Siendo más frecuentes los cambios rápidos en el humor, con su consiguiente cambio de conducta: pueden pasar de estar tranquilos a estar nerviosos, tristes, etc. de forma aparentemente inesperada.
Pérdida de iniciativa
Es muy frecuente que necesiten estimulación constante y frecuente para poder responder, dando una impresión general y estable de pasividad. Esto puede afectar a muchas áreas, por ejemplo provocando que no salgan a la calle, abandonen actividades de ocio que previamente disfrutaban, o incluso descuiden la imagen y la higiene.
Fases de la enfermedad
Ya visto cuales son los síntomas que podemos encontrar, veamos la progresión y avance que suele darse en esta enfermedad. Podemos clasificar la enfermedad de Alzheimer en tres fases: leve, moderada y grave.
- Fase leve: la persona, si bien mantiene su independencia, comienza a tener algunos síntomas, como pérdidas leves de memoria (como el lugar donde ha dejado un objeto, nombres de algunas personas conocidas…), problemas puntuales de orientación (no orientándose adecuadamente en lugares conocidos o confusión puntual del día o la fecha), dificultades puntuales para dar con la palabra indicada, etc. Sin embargo, la persona es consciente de ello, pudiendo llegar a provocar algunas alteraciones emocionales (cambios de humor, irritabilidad, etc.). Pueden también tener dificultades para resolver problemas complejos o planificar conductas más elaboradas.
- Fase moderada: comienza a tener algunos problemas para mantener su independencia en la vida diaria, necesitando alguna ayuda debido a pérdidas de memoria algo más importantes (como olvidarse de lo que ha hecho en el día o no recordar aspectos de su pasado), un aumento de la desorientación (comenzando también a perderse en lugares conocidos), menor capacidad de reconocimiento de personas (amigos e incluso familiares, confundiendo por ejemplo a un desconocido con un miembro de la familia), etc. Es en esta etapa cuando más suelen producirse problemas de carácter conductual, como agresividad o nervios excesivos. También necesitarán más ayuda en tareas como vestirse (eligiéndoles la ropa adecuada para la ocasión, por ejemplo), asearse, necesitando pañales, etc.
- Fase grave: la persona se vuelve completamente dependiente para todas las actividades de la vida diaria, pudiendo también llegar a tener pérdida del lenguaje, de la capacidad de deglución, o incluso no reconociéndose a sí mismo. También comienzan a tener un deterioro físico más importante, llegando en su etapa final a permanecer encamado.
Tratamiento de la enfermedad y objetivos del mismo
Cuando una persona tiene Alzheimer, el tratamiento de la enfermedad va encaminado a paliar los síntomas de la misma, al no tener una cura definitiva. Se trata en primer lugar de mantener lo máximo posible las capacidades mentales, evitando la desconexión con el entorno e incrementando la autonomía. Para ello también se pretende estimular las relaciones sociales, la salud, y la propia autoestima.
Para conseguir todo ello, hay una serie de medidas tanto farmacológicas como no farmacológicas:
Tratamiento farmacológico
Puede ir encaminado a estabilizar la enfermedad (tratando de interferir en los procesos bioquímicos que provocan la muerte neuronal), al tratamiento de los síntomas cognitivos (tratando de mejorar el estado cognitivo de la persona) o al tratamiento de los síntomas conductuales (como la ansiedad, la depresión, las alucinaciones y los delirios).
Necesitamos ser conscientes, ante todo, de la importancia de una comunicación clara y constante con el médico. Debemos indicarle previamente todos los síntomas y otra medicación que esté tomando. También es importante mantenerle informado de la evolución: si hay problemas en la toma de los medicamentos, si hay algún efecto secundario o algún síntoma que no estuviera previamente, etc.
Tratamiento no farmacológico
Durante toda nuestra vida, nuestro cerebro tiene capacidad para cambiar y adaptarse a nuevas conductas y experiencias. A esto le llamamos neuroplasticidad. Si bien nuestro cerebro va perdiendo capacidad de plasticidad neuronal según llega a la fase grave del Alzheimer, una persona que durante su vida ha ejercitado su cerebro para adaptarse a los cambios y encontrar formas alternativas de realizar las mismas tareas cognitivas ha desarrollado lo que llamamos reserva cognitiva.
Es por ello que tareas como la estimulación cognitiva o la creación de rutinas puede ayudar a la persona a adaptarse a los problemas que la pérdida de neuronas que esta enfermedad provoca puedan causarle.
Entre las estrategias que podemos tener en cuenta, en una primera fase de la enfermedad se ha encontrado útil la psicoterapia, con el objetivo de tratar la pérdida de control y los sentimientos de ansiedad, depresión y para mejorar la autoestima.
También pueden resultar útiles otras técnicas como la terapia de orientación a la realidad, una técnica encaminada a fomentar la orientación espacio temporal a través de agendas, calendarios, etc.
Otras técnicas, como la reminiscencia, pretenden ayudar a recordar etapas de la vida a través, por ejemplo, de la realización de cuadernos que contengan hechos, fotos, etc., organizada por etapas e incluyendo diferentes ámbitos como amistades, familia o trabajo.
La estimulación cognitiva pretende activar y mantener las capacidades cognitivas estimulando la memoria, la comunicación verbal, el reconocimiento, el ritmo, la coordinación, etc.
En etapas más avanzadas, cuando la orientación a la realidad se ve más dificultada, son útiles otras estrategias como la validación, que pretende aceptar de una forma empática la realidad y los sentimientos de la persona. En estas etapas también pueden ser útiles los entrenamientos en actividades de la vida diaria, que pretender rehabilitar a través del trabajo actividades que pueden irse perdiendo. Así, serían útiles actividades como bailar, andar, cocinar, cuidar de las plantas y el jardín, hacer ejercicio físico, etc.
No existen estrategias universales para mejorar los cuidados de las personas que sufren esta dolencia. Por lo que debemos adaptarnos no solo a la persona, si no a la evolución de su nivel de autonomía y capacidades a lo largo del tiempo. Esta es una de las principales tareas desarrolladas por la fundación con nuestros usuarios de la actividad de supervisión.
Otros recursos que pueden resultar útiles
En el proceso de cuidar a una persona que tiene Alzheimer, a menudo nos olvidamos de cuidarnos a nosotros mismos. Por ese motivo, presentamos algunos recursos que pueden sernos de ayuda:
- No dudemos en pedir ayuda, información y apoyo al personal médico, como el médico de cabecera, el neurólogo, el geriatra o la enfermera. A menudo nos pueden asesorar, ayudar a entender la situación, proporcionar información del estado actual o incluso el pronóstico de la persona, ya que como se suele decir, “cada persona es un mundo”.
- Personal doméstico o personal de ayuda a domicilio, encaminado a hacerse cargo de los cuidados de la persona, para que podamos centrarnos en disfrutar de nuestro familiar, sin la obligación que implica dejar de lado tu vida para hacerse cargo de la persona las 24 horas del día.
- Centros de día y centro de mayores, que mantienen a la persona estimulada y atendida el tiempo necesario para que el cuidador se pueda “tomar un respiro”, promoviendo también las relaciones sociales y adaptación al entorno del enfermo de Alzheimer.
- Residencias temporales, donde la persona puede permanecer un tiempo mientras su residencia habitual vuelve a estar disponible, o mientras se recupera tras una operación.
- Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzheimer, disponibles en todas las comunidades autónomas, que proporcionan información y apoyo a los mismos, a través de cursos y talleres, grupos de ayuda, apoyo psicológico, asesoramiento médico y jurídico, actividades de entretenimiento, etc.
- Servicios de comida a domicilio, que la preparan y distribuyen al propio domicilio, disponibles a través de los distintos ayuntamientos.
No olvidemos, en ningún momento, que es necesario cuidarnos primero para poder cuidar a otras personas.
Esperamos que este monográfico sobre el Alzheimer les haya servido de ayuda.
Desde la Fundación Atilano Sánchez Sanchez iremos facilitando mucha más información sobre todo lo relacionado con el Alzheimer y profundizando periódicamente en todo lo comentado en este monográfico.
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