Resiliencia en personas mayores

El Alzheimer es una enfermedad mental progresiva y degenerativa, cada vez de mayor importancia. Con el paso del tiempo, por suerte, se está hablando más de esta enfermedad, dándola a conocer y aprendiendo a prevenirla y lidiar con ella.

Hemos hablado de qué factores influyen y favorecen la salud mental de las personas que sufren Alzheimer, como por ejemplo la realización de ejercicio físico, la nutrición o la estimulación cognitiva.

Sin embargo, hay otro factor, uno casi invisible, que es clave incluso para ayudar a prevenir esta enfermedad: las relaciones sociales.

Mantener relaciones sociales de forma activa está relacionado con un mejor funcionamiento cognitivo. Además de ayudar a mejorar las capacidades cognitivas reduce el riesgo de enfermedades como la depresión, disminuye el riesgo de discapacidad y retrasa la mortalidad.

Beneficios de las relaciones sociales frente al Alzheimer

Llevar una vida social activa protege rente al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas y deterioro cognitivo asociado a la edad, como lo es el Alzheimer. Esto es porque las relaciones sociales favorecen la reserva cognitiva. La reserva cognitiva es la capacidad que tiene el cerebro para compensar y resistir los síntomas y efectos producidos por las demencias.

Además, las relaciones sociales están relacionadas con varias áreas del cerebro. Algunas de ellas son el lenguaje, la memoria, las funciones ejecutivas. la capacidad de planificación o la empatía.

Con todo ello, podemos decir que las relaciones sociales son en realidad una de las formas más eficaces de estimulación cognitiva.

Sin embargo, según avanza la edad, a menudo se incrementa el aislamiento social. Esto es por la creciente dificultad para mantener relaciones sociales. Esta puede deberse a una mayor dificultad para salir a la calle, la pérdida de seres queridos, la pérdida de motivación, etc.

A pesar de ello, si queremos aumentar nuestra calidad de vida en la vejez, especialmente si sufrimos Alzheimer, es importante cuidar las relaciones. Son especialmente relevantes las amistades cercanas, las relaciones familiares y la relación de pareja. Cuando estas son beneficiosas el efecto, tanto a nivel anímico como a nivel cognitivo y a nivel físico, es claro.

Las relaciones sociales satisfactorias también pueden tener efectos mejorando el control de los síntomas de diversas enfermedades. Entre ellas encontramos la artrosis, el dolor en las articulaciones, la depresión, la ansiedad o los problemas de tensión.

Las relaciones sociales en la enfermedad de Alzheimer facilita y ayuda a mejorar la capacidad de aprendizaje y a aumentar la autonomía personal.

Por el contrario, la falta de relaciones sociales adecuadas perjudica a la persona, aumentando los problemas en la autoimagen y de motivación. Sin la adecuada motivación, otras áreas se verán afectadas también, como la alimentación adecuada o la realización del suficiente ejercicio físico.

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Cómo fomentar las relaciones sociales en personas con Alzheimer

Comprendido la enorme utilidad y el gran impacto que tienen las relaciones sociales para prevenir el deterioro, o incluso para retrasar el avance del mismo, la dificultad viene en conseguir que la persona tenga las suficientes relaciones satisfactorias, las cuide y las fomente.

En muchas ocasiones, la persona puede no estar motivado, o afirmar no tener el suficiente tiempo para ello. Sin embargo, aun si no podemos dedicar mucho tiempo, las relaciones sociales se ven más marcadas por la calidad que por la cantidad, por lo que seguiría siendo importante cultivarlas.

Una forma de facilitar las relaciones sociales, especialmente en personas con Alzheimer, es comenzar con aquellas relaciones con personas que ya se conocen y a las que suele tener un mayor cariño.

La familia suele ser siempre primordial, seguida de los vecinos “de toda la vida”, con los que además es fácil poderse relacional al vivir al lado. Los amigos más cercanos, a los que conocen habitualmente desde hace mucho, también son relevantes, así como aquellos que puede ver a diario, ya sea al hacer la compra, si acude a algún centro de día, etc.

Otra forma de facilitar que la persona pueda aceptar las relaciones sociales es incluirlas en la rutina, es decir, planificar un tiempo para ello. Podemos reservar un rato al día o a la semana para ir a tomar un café, para ir al cine o al teatro, para acercarse a esa “tienda de toda la vida” a saludar a un viejo amigo, para llamar a las amistades o familiares más lejanos, etc.

Cuando sea más complicado, por ejemplo por la pérdida de personas cercanas, otra estrategia es tratar de fomentar la participación de la persona con Alzheimer en clubes u otras actividades, como centros de día. Ahí, no solo recibirá estimulación cognitiva y física, también verá a otras personas de similar edad y necesidades, fomentando sus relaciones sociales y su estado de ánimo.

De hecho, a pesar de la conveniencia de las rutinas para personas con Alzheimer, iniciar nuevas actividades o planes puede resultar positivo. Se puede hacer mediante “pequeñas cosas”, como ir a un restaurante nuevo, visitar un parque que no conozca, etc. Ahí, verá también a nuevas personas, facilitando su apertura a ver y conocer a nuevas personas.

Ante las dificultades e imprevistos, no obstante, las nuevas tecnologías son nuestras aliadas: desde llamar por teléfono hasta redes sociales o videollamadas para estar en un contacto más estrecho con aquellos con los que nos resulte complicado mantener el contacto.

Con todo ello, y con ese pequeño esfuerzo, mejoraremos la calidad de vida de las personas mayores, especialmente de aquellas personas que sufren de Alzheimer.

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