Son muchas las áreas sobre las que trabajar y concienciar para mejorar el cuidado de ancianos y su bienestar. Entre ellas, está la prevención de la obesidad. A pesar de que cuando se piensa en obesidad generalmente la primera imagen está asociada a la población infantil, son los mayores los que más riesgo tienen de padecer sobrepeso. Conviene conocer los motivos y saber cómo actuar para prevenir y cuidar de ancianos con sobrepeso.

Esto es debido a que, con los años, quien se haya dedicado al cuidado de ancianos habrá podido comprobar cómo aumentan las limitaciones físicas. Estas limitaciones a su vez provocan un decaimiento de la movilidad y un estilo de vida más sedentario. Esto, sumado a hábitos alimenticios poco adecuados y un metabolismo más lento, provoca un aumento del índice de masa corporal.

Generalmente esto supone un riesgo severo, que se acreciente conforme se van cumpliendo años y el cuerpo está menos capacitado para soportar tanto índice de grasa.

¿Cuáles son los riesgos de no reducir la obesidad en ancianos?

Los que se dedican al cuidado de ancianos, ya sea de forma profesional o porque estén a cargo de un familiar, deben tratar de mantener un peso adecuado en el anciano.

La obesidad en las personas mayores aumenta el riesgo de enfermedades muy conocidas como la diabetes, el colesterol o la hipertensión arterial (HTA).

Sin embargo, hay también otros efectos menos conocidos, estando la obesidad relacionada con el síndrome de apnea del sueño, el reflujo estomacal, la insuficiencia venosa o las afecciones en el aparato motriz o locomotor como por ejemplo la artrosis.

En el cuidado de ancianos, descuidar el riesgo de sobrepeso puede provocar que la persona acabe en un estado de inmovilidad, ya que el tejido muscular se debilita, reduciendo así la fuerza necesaria si hay un exceso de peso corporal.

¿Qué hacer para prevenir la obesidad en personas mayores?

En personas jóvenes, hay ciertas terapias aptas para el tratamiento de la obesidad, como dietas excesivamente hipocalóricas. Sin embargo, esto no resultaría apropiado para la tercera edad. Por ello, en el cuidado de ancianos, el objetivo principal debe ser la prevención de la obesidad.

Si se quiere lograr este objetivo es necesario mejorar la calidad de vida de las personas mayores: evitar que ganen peso, mejorar la movilidad, la nutrición, el estado de salud, etc.

Las medidas que se adopten para prevenir la obesidad en el cuidado de ancianos han de cubrir todas las áreas:

Ejercicio físico

El ejercicio físico disminuye la acumulación de colesterol, mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a mantenerse activo y en forma. Se debe tener en cuenta que en el cuidado de ancianos la realización de ejercicio físico ha de estar adaptado a las carencias y al estado físico de la persona. Es necesario realizar una rutina de ejercicios ligera o moderada, como por ejemplo mediante un paseo diario de 10 o 20 minutos. Si la persona está inmóvil, otra alternativa son los ejercicios progresivos de estiramiento para mantener la movilidad de los músculos.

Buena nutrición

Una dieta sana y equilibrada es fundamental para reducir o eliminar el exceso de grasa corporal y mantenerlo en unos niveles adecuados. En el cuidado de ancianos, se debe evitar el uso de alimentos con alta concentración calórica, grasas saturadas y azúcares refinados. Es adecuado proporcionar una dieta rica en verduras, frutas y cereales, que favorezca una digestión adecuada.

Es preferible en el cuidado de ancianos preparar menús con cantidades más pequeñas, pero asegurarse de que comen más veces a lo largo del día. Deben además masticar bien la comida y beber al menos dos litros de agua al día. También se puede, de ser necesario, sustituir los aperitivos por fruta o verdura y utilizar aceite de oliva para cocinar.

Revisiones médicas al día

Nunca hay que olvidar que, el trabajo como cuidadores de personas mayores, está supeditado a la opinión médica. Es necesario asegurarse de mantener las visitas al médico convenientes. La máxima recomendación no es otra que consultar periódicamente al médico para que realice un seguimiento de la evolución de la masa corporal y establezca las pautas oportunas. También existen determinados fármacos que, siempre bajo prescripción médica y cuando sea estrictamente necesario, puede ayudar a reducir la obesidad.

Por desgracia, el maltrato a las personas mayores no es un tema nuevo ni reciente. Son muchos los factores que hacen de las personas mayores una población vulnerable ante el maltrato: edad, género, estado físico y mental, situación familiar, económica, etc.

Incluso a día de hoy, el maltrato a las personas mayores es algo que permanece invisible, dándose en la mayor parte de las ocasiones en el propio domicilio, ya sea en el entorno familiar o por parte de la persona cuidadora.

Tipos de maltrato y cómo identificarlo

El maltrato a las personas mayores puede darse en varios ámbitos: abuso patrimonial, abuso sexual, negligencia del cuidado, abandono, maltrato físico, maltrato psicológico, estructural, etc. Esta es una de las clasificaciones más representativas en la que englobar los diferentes términos y tipos de maltrato.

Maltrato físico a mayores

Causa daños o lesiones por medio de acciones. Incluye golpes, quemaduras, encerrar a las personas mayores o el uso inapropiado de medicación. Si notamos que las personas mayores sienten dolor al ser tocadas, vemos marcas o moretones o sospechamos de un uso inapropiado de los medicamentos (adormilamiento excesivo, por ejemplo) debemos estar en alerta ante un posible maltrato físico.

Maltrato sexual a mayores

Este recoge cualquier contacto de carácter sexual en contra de la voluntad de la persona mayor. Debemos sospechar que está siendo abusado si notamos moretones alrededor del pecho o del área genital, vemos hemorragias, ropa interior rota, etc.

Negligencia

Falta del cumplimiento de las necesidades físicas, psicológicas, económicas, etc., de las personas mayores. Signos de alarma son úlceras por presión, suciedad u olor a orina, deshidratación o desnutrición, ignorar o aislar a la persona mayor, ir vestido de forma inadecuada, etc.

Maltrato psicológico a personas mayores

Agresiones verbales, amenazas, humillaciones, tratar a las personas mayores con infantilismo, como si fueran niños, etc. Esto genera en las personas mayores impotencia, indefensión o miedo inexplicable. No se atreven a hablar abiertamente y se comportan de forma inusual.

Maltrato económico a ancianos

Aquí se agrupan los robos o engaños con el objetivo de quedarse con el dinero o los bienes de las personas mayores. En estos casos, se pueden notar patrones irregulares en los gastos, cambios repentinos en las cuentas bancarias o el testamento, firmas en los cheques que no se parecen a la firma de la persona, etc.

También debemos estar alerta si vemos otros factores como una gran dependencia hacia el cuidador, una importante implicación emocional hacia él o ella, la excesiva necesidad de estar en el domicilio, una actitud sumisa poco habitual, etc.

Cómo prevenir el maltrato en mayores

Entre las acciones que se deben hacer tanto para prevenir el maltrato hacia las personas mayores como para corregirlo si se detecta, está lo siguiente:

  • Evitar el aislamiento social
  • Organizar la atención clínica del paciente (que acuda regularmente al médico, se haga las revisiones oportunas, etc.) y simplificar y organizar la medicación.
  • Adecuar la vivienda de las personas mayores a sus necesidades.
  • Evitar la sobrecarga de los cuidadores principales, ya sean profesionales o no profesionales.
  • Favorecer y facilitar el apoyo social, institucional y familiar de las personas mayores.
  • Buscar apoyo psicoterapéutico, ya sea para las propias personas mayores como para su entorno.
  • Que las personas mayores cuenten con un cuaderno donde puedan escribir sus vivencias, sentimientos, preocupaciones, etc.
  • Evitar el lenguaje estigmatizante: enfermo, pasivo. También debemos evitar calificar a la persona. Es más eficaz y menos dañino hablar de su conducta. Por ejemplo, si se dice “eres un despistado” en lugar de “tienes algún despiste” se empeorará considerablemente su autoconcepto y autoestima.
  • Tratar de tener una adecuada formación específica, centrando los cuidados en la persona, en su historia de vida, poniendo atención en aspectos como alimentación, vestido o, higiene u otros aspectos personales. Debemos también promover la autonomía y participación en la toma de decisiones del día a día.
  • Evitando los falsos mitos y prejuicios, viendo a las personas mayores según sus carencia y déficits en lugar de aquello que aun conservan y que pueden aportar en la sociedad.

Es importante quitar de la cabeza la idea de que solo las personas horribles o malas pueden maltratar a los mayores: el desconocimiento, la sobrecarga, el estrés, etc., son factores de riesgo, y son nuestros mayores quienes sufren las consecuencias de ello si no prestamos la suficiente atención.

Son muchas las cuestiones que hay que tener en cuenta en el cuidado de personas mayores. Una de las más importantes es cuidar que tengan una adecuada higiene. Esto les ayuda a prevenir muchas infecciones. Promover buenos hábitos de higiene personal en el cuidado de personas mayores, así como evitar olores desagradables, pueden tener muchos efectos positivos en el anciano. Unos hábitos que es conveniente mantener para mejorar el cuidado en favor de un bienestar mayor.

Por que, una ayuda en el aseo diario de una persona mayor, es adecuado para estimular la circulación sanguínea, eliminar el exceso de grasa en la piel, eliminar las células muertas, e incluso promover una sensación de bienestar y autoestima a través de un cuidado personalizado.

Sin embargo, la labore de cuidado de la higiene de personas de la tercera edad conlleva la dedicación de tiempo. Explicamos todo lo que debes considerar para poder controlar la higiene de personas mayores.

Qué implica una buena higiene en ancianos

Una adecuada higiene no solo implica el momento de la ducha. Hay que cuidar la higiene corporal, pero también la bucodental y la higiene de manos y pies, entre otros cuidados diarios de ancianos.

La persona encargada del cuidado de personas mayores ha de asegurarse de comprobar que se lava las manos después y antes de cada comida, así como de hidratar los pies con agua caliente. De igual manera, es muy importante asegurarse del adecuado secado tanto de manos como de pies. También es positivo evitar prendas ajustadas en los mismos, como calcetines, siempre que se pueda, y usar un calzado cómodo.

Hay que considerar que las personas mayores son propensas a infecciones de boca, debido a una excesiva sequedad, caries, deterioro de dientes y encías, etc. Por ello, en la higiene dental, especialmente en el cuidado de personas mayores, hay que asegurarse de que se usan siempre tanto pasta de dientes como enjuague bucal. También es útil el uso de hilo dental, para llegar a todos los lados de la boca. Es necesario estar atento para comprobar si la propia persona no puede hacerlo sola de forma adecuada, para poderla asistir.

Consejos para la higiene corporal de mayores

Uno de los aspectos fundamentales dentro de un buen aseo es la higiene corporal. Con el cuidado de personas mayores es necesario contar con todos los utensilios a mano, evitando de esa manera dejar al anciano solo en el momento de la ducha.

Se requiere una preparación previa el jabón (idealmente de PH neutro), cremas hidratantes, esponjas, toallas limpias, cepillo o peine y el champú. También puede convenir preparar de antemano la ropa -limpia y caliente- para vestirse tras la ducha.

Se necesita también tener claro cómo y dónde se va a desarrollar el aseo, dependiendo de la movilidad que la persona mayor tenga.

Higiene para ancianos con movilidad

Si su movilidad es adecuada, se podrá realizar el aseo en la ducha, aunque si tiene ciertas dificultades será necesario contar con las adecuadas ayudas técnicas, como un asiento para la ducha. También conviene que la ducha cuente con una alcachofa móvil con un chorro a baja presión.

Higiene para ancianos con poca movilidad

Si el anciano no puede movilizarse adecuadamente por sí mismo, el aseo será necesario que se realice en la cama. Para ello, es necesario saber cómo realizarlo. Es necesario ir lavando, aclarando y secando adecuadamente cada zona antes de pasar a la siguiente, no olvidando girar cuidadosamente a la persona si no lo puede hacer sola para lavar los laterales y la parte de atrás.

Es importante tener especial atención con la higiene de la zona genital cuando se trata del cuidado de personas mayores. En la mujer es necesario lavar comenzando desde la zona anterior a la posterior, para evitar infecciones, y en hombres es necesario recordar el adecuado lavado tras cada micción.

¿Cómo facilitar el aseo en el cuidado de personas mayores?

La hora de la ducha en el cuidado de personas mayores es un momento delicado. Hay ciertas pautas que se pueden seguir para facilitar ese momento tanto para ellos como para nosotros.

Cuidar el entorno

Podemos asegurarnos de una adecuada temperatura (cálida) tanto del agua como de la habitación y una luz agradable (no demasiado intensa ni que la habitación sea demasiado oscura). También es útil tratar de conseguir un olor que resulte placentero para la persona en el cuarto de baño.

Cuidar una buena comunicación

Es siempre importante en el cuidado de personas mayores asegurarse de que comprenden adecuadamente lo que está ocurriendo, lo que va a ocurrir, lo que hacemos y necesitamos que hagan, etc. El momento de la higiene no es distinto.

Transmitir confianza y seguridad

En el cuidado de personas mayores es tan importante lo que se hace como la forma de hacerlo. Es necesario transmitirles confianza, hacer los movimientos con seguridad, pero sin ser bruscos, hablar con ellos y ser cálidos. No en vano, es un momento que puede resultarles incómodo debido al exceso de intimidad necesario. Respetar los tiempos e incluso ir tapando las zonas que no se estén lavando si así la persona lo requiere.

Con estas sencillas pautas, podemos asegurarnos de una adecuada higiene, cómodo y agradable tanto para la encargada del cuidado de personas mayores como para los propios ancianos.

Una de las enfermedades asociadas a la tercera edad es el Ictus, también llamado Accidente Cerebro Vascular (ACV), Embolia o Trombosis. Pero, ¿qué se sabe sobre ella? ¿Cómo se puede detectar y prevenirla? Abordamos qué es el ictus, sus factores de riesgo, cómo se puede reconocer, qué hacer una vez que se ha detectado y algunos aspectos importantes a tener en cuenta en la fase de recuperación.

Todas estas explicaciones son de gran fundamento para disponer de cierto conocimiento para realizar ciertas acciones que puedan cambiar de una manera muy importante en la evolución de la enfermedad

¿Qué es un ictus?

El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo. La sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria, lo que tiene como consecuencia que las células nerviosas no reciben oxígeno. Esto provoca que partes de nuestro cerebro relacionadas con la planificación, la visión, el movimiento o el olfato, dejen de funcionar.

Secuelas del Ictus

Las secuelas en un 30% de los pacientes suelen ser parálisis, problemas de equilibrio, trastornos del habla, bien para comprender o para emitir palabras y problemas cognitivos. Aproximadamente el 60% de las personas que lo padecen son dependientes. Es una enfermedad que provoca severas consecuencias.

¿Tienes un familiar que ha padecido un Ictus?

Quiénes suelen padecer un Ictus

La Fundación Española de Ictus explica cómo una de cada seis personas en el mundo sufrirá un ictus, y que el 80% de esos casos se pueden evitar. También afirman que es la primera causa de mortalidad entre mujeres españolas y la segunda en hombres. Y señalan cómo un tercio de los pacientes que han sufrido un ictus no tienen los factores de riesgo controlados.

Es una enfermedad que debemos prevenir todos, pero en especial con nuestros mayores, ya que es más frecuente a partir de los 55 años y según vamos cumpliendo años el riesgo sigue aumentando. La Fundación Española de Ictus explica que aproximadamente más del 21% de la población española presenta un alto riesgo de sufrir un ictus en los próximos 10 años. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2050 la población mayor de 65 años representará el 46% de los casos de esta enfermedad.

¿Cuáles son los factores de riesgo del Ictus?

Según la Fundación Española de Ictus, existen ciertos factores de riesgo principales que potencian el que una persona pueda padece un ictus. Entre los principales son:

  • Haber sufrido un ictus con anterioridad
  • Tener la presión sanguínea elevada
  • Padecer diabetes
  • sufrir una enfermedad cardíaca
  • tener el contador de glóbulos rojos alto
  • consumo excesivo de alcohol, tabaco y otras drogas

También es conveniente enumerar otros factores y estilos de vida que pueden desembocar en un futuro en padecer esta enfermedad cerebrovascular. Entre los cuales se encuentran:

  • Obesidad
  • Sedentarismo
  • Intolerancia a la glucosa
  • Nutrición deficiente
  • Hiperhomocisteinemia
  • Terapia hormonal sustitutoria/anticonceptivos
  • Procesos inflamatorios
  • Apnea del sueño

Otro factor de riesgo importante lo encontramos en que aproximadamente el 50% de los pacientes abandonan el tratamiento dos o tres años después de haber sufrido el ictus, lo cual facilita la aparición de un segundo infarto cerebral que posiblemente tenga mayores secuelas.

¿Cómo reconocer que se está sufriendo un Ictus y qué hacer?

Los síntomas más habituales son la aparición brusca de dolor de cabeza, la afectación brusca de la visión en uno o en los dos ojos como visión doble, la aparición brusca de problemas para hablar y entender, la pérdida repentina del equilibrio -generando sensación de vértigo y elasticidad- y la pérdida brusca de la sensibilidad, de fuerza o debilidad en el brazo, pierna o en la cara.

Es muy importante identificar los síntomas y reaccionar con rapidez acudiendo a urgencias. Ya que los pacientes que son tratados por neurólogos desde el comienzo de los síntomas logran tener muy pocas secuelas o recuperarse casi por completo.

Recuperación de un Ictus

Algunos de los tratamientos médicos que se aplican en casos de Ictus son las estatinas que reducen en un 30% la mortalidad global de esta enfermedad o el uso de anticoagulantes en personas de más de 75 años o con varios factores de riesgo.

Hay que enfatizar en que la rehabilitación en el periodo de recuperación inicial es fundamental para que las secuelas sean las mínimas posibles. El papel de la fisioterapia es muy importante en la recuperación física, al igual que el trabajo cognitivo para recuperar y potenciar las máximas capacidades cerebrales posibles.

Beatriz Carmena: Psicóloga.

Cuando una persona mayor tiene alguna clase de demencia, o deterioro, comienza a tener desorientación a varios niveles. Para enfrentarse a esta situación es necesario conocer qué significa esta patología y cómo actuar para prevenir estos episodios y ayudar a una persona mayor que los padezca. ¿Qué es la desorientación?, ¿cómo actuar?, ¿de qué manera se manifiesta?

Respondemos a estas y otras preguntas de vital importancia para ayudar en todo lo posible a personas de la tercera edad con pérdida de orientación.

Tipos de orientación en las personas

Decimos que la orientación puede ser de tres tipos:  espacial, temporal y personal. Cada una de ellas actúa en un campo diferentes.

  • La orientación espacial es aquella que les permite a las personas mayores ser conscientes de su entorno: el lugar donde están, dónde viven, a dónde van, etc.
  • La orientación temporal permite a las personas mayores manejar la información y situarla en un momento concreto: qué día es, el mes, año, estación, etc. También les permite entender cuál es el momento apropiado para cada cosa.
  • La orientación personal permite a las personas mayores conectarse consigo mismos, integrando toda la información personal: el nombre propio, edad, lugar de nacimiento, nombre de los familiares, gustos, etc.

¿Cómo se manifiesta habitualmente la desorientación en las personas mayores?

La desorientación está entre los primeros síntomas de Alzheimer. Si bien no es una regla universal, habitualmente lo primero en verse afectado es la orientación temporal, seguida de la espacial y, por último, la personal.

Naturalmente, cuanto mayor se vea afectada la memoria, peor será la orientación. Si las personas mayores están comenzando a ver dificultades a la hora de registrar información nueva o acceder a la previamente almacenada, les costará recordar el día que es, el nombre de sus hijos y otro tipo de cuestiones cotidianas de memoria.

En un inicio, ocurren fallos más o menos normales. Se pueden llegar a notar fallos de juicio en las personas mayores, tales como estimaciones erróneas del tiempo que les puede llevar realizar una actividad, o inferencias equivocadas del tiempo que ha pasado.

Progresivamente se irán convirtiendo en pérdidas de memoria puntuales que irán siendo cada vez mayores. La memoria disminuirá hasta finalmente convertirse en un problema más grande, como puede ser el de no llegar a reconocer a sus hijos.

Cuanto más avanzado está el deterioro, mayor es la desorientación, y con ello, también se ven afectados emocionalmente los más allegados.

¿Qué hacer ante la pérdida de orientación?: Terapia de Orientación a la Realidad

La Terapia de Orientación a la Realidad es una terapia no farmacológica que permite crear un vínculo entre las personas mayores y su propia realidad. Mediante la misma, mejora su control y autoestima, así como su comprensión de aquello que les rodea.

Para realizar una Terapia de Orientación a la Realidad con las personas mayores es necesario tener en cuenta las tres áreas arriba mencionadas, y usar todo aquello que les rodea, integrando esta terapia en el día a día.

Presentamos a continuación diferentes ideas y estrategias:

  • Facilitar que las personas sean conscientes de la manera más sencilla posible del día y lugar en el que se encuentran es siempre una buena idea. Para ello, se pueden colocar relojes y calendarios a la vista. Cuanto más sencillos y claros sean, mejor.
  • La repetición es también siempre una buena estrategia para ayudar a las personas mayores. Si además les involucramos en el proceso, mejor. Se pueden realizar carteles o dibujos con información del día: qué día es hoy, qué tiempo hace, la estación en la que se encuentran, etc., y ponerlos a la vista.
  • Comentar o ver las noticias es también positivo. Acciones como ver el telediario, leer la prensa, y otros medios de comunicación diaria. Que sean conscientes de lo que acontece en la actualidad y puedan expresarse al respecto.
  • Comentar y trabajar con ellos la información más relevante como dónde se encuentran. Comunicarse y dialogar sobre un lugar, el pueblo, la ciudad, el país, etc.
  • Trabajar la reminiscencia mediante información personal: nombre, edad, fecha de nacimiento, nombre de sus familiares más cercanos, profesión, etc.
  • Ejercicios de estimulación cognitiva para relacionar diferentes aspectos entre sí. Fomentar actividades como relacionar objetos con el lugar en el que se suelen encontrar, dibujar árboles genealógicos para que recuerde su familia, identificar objetos y relacionarlos con su uso más frecuente, identificar objetos mediante el tacto, etc.
  • Facilitar rutinas estables. Que todos los días realice las mismas actividades facilita que pueda recordar “qué toca ahora”.
  • Usar los nombres: identificar el propio y dirigirse a las personas mayores por su nombre en todo momento.
  • Celebrar los cumpleaños es una manera fácil y divertida para que recuerde en qué fecha está, fechas de nacimiento, etc.

Realizar álbumes de fotos e incluir en los mismos información como nombres, parentesco, etc.

La aparición de diversas enfermedades en las personas mayores impide que puedan mantenerse activas en el desarrollo de las actividades de la vida cotidiana. Varias de esas enfermedades, como la obesidad, el colesterol, el déficit de vitaminas o minerales, etc., son causadas por una inadecuada alimentación. Por desgracia, la desnutrición en personas mayores no es tan poco común como nos gustaría. Es necesario conocer los síntomas, causas de esta problemática y, sobre todo, cómo cuidar la alimentación en personas mayores.

Causas de desnutrición en personas mayores

Son muchas, y muy diversas, las posibles causas por las que una persona en la tercera edad no coma y se alimente de los nutrientes necesarios para el día a día. Hay que valorar, con el consiguiente equipo médico, cómo solucionar estos problemas e inconvenientes que impiden una buena alimentación. Entre los factores y causas más recurrentes se encuentran las siguientes.

Dieta monótona

En primer lugar, se deben tener en cuenta todas las dietas monótonas y pobres que a menudo encontramos en instituciones como hospitales y residencias. Una situación que puede trasladarse perfectamente al hogar, si no se lleva un control o se descuida este aspecto.

Pérdida de apetito

También debemos comprender y conocer la falta de apetito que tienen las personas mayores, que llegan a la sensación de saciedad de manera más temprana. Además, la inactividad también provoca esa pérdida de ganas de comer.

Disfagia

La disfagia (dificultad o imposibilidad para tragar) condiciona también la selección de aquellos alimentos que pueda digerir adecuadamente la persona mayor. Así como las formas de presentación de los alimentos, habiendo muchos ancianos que tienen problemas para deglutir los mismos.

Problemas físicos para comer

A esto hay que sumarle los posibles problemas físicos que podemos encontrar, como dolor de muelas o de boca o problemas de gusto u olfato.

Otros problemas físicos son las alteraciones en la función digestiva que pueden provocar disminución del apetito. Las personas mayores, ante esto, disminuyen la cantidad de comida o bebida ingeridas o toman alimentos con menor aporte calórico.

Problemas personales y enfermedades

A esta mala alimentación en mayores, también influyen las creencias que cada persona tiene acerca de lo que resulta saludable. A la menor ingesta de productos calóricos también pueden influir otros aspectos como la viudedad, la soledad, la capacidad económica, etc.

Factores como el precio de la comida o la composición saludable de la misma son también claves para determinar una adecuada alimentación y un nivel nutricional óptimo en las personas mayores.

La demencia es también otro factor influyente, ya que en muchas ocasiones cursa con problemas como la negación a comer, o el rechazo a determinados alimentos, lo cual dificulta el establecimiento de un menú adecuado.

Actuaciones para facilitar una adecuada nutrición y alimentación en personas mayores

Es importante tener en cuenta todos aquellos factores mencionados para preparar menús con alta densidad energética, adaptados a problemas de masticación o deglución, que pueden favorecer el desarrollo de problemas o enfermedades como la anorexia. Algunas de las acciones que se pueden realizar para favorecer una buena ingesta de comida destacan.

Emplatado y preparación

Entre las medidas adecuadas podemos encontrar la preparación de la comida de forma que resulte apetitosa a la vista, ya que esto ejerce una gran influencia sobre si a la persona le podrá apetecer tomar el alimento o la cantidad que ingiera.

Poder de decisión y autonomía

También podemos fomentar la autonomía de las personas mayores a la hora de comer, favoreciendo que pueda elegir el menú, aunque sea necesario establecer para ello un par de opciones, alternativa que se ha demostrado útil en casos de demencia.

Para favorecer la autonomía también es útil el uso de cubiertos adecuados, aspecto que es de utilidad cuando existe algún problema físico que dificulte la alimentación. Para otros problemas físicos como disfagia se debe adaptar la textura de la comida, de tal manera que no suponga riesgo de atragantamiento, etc.

Fomentar interés por la comida

Además de lo ya mencionado, no podemos olvidar que hay más factores que influyen a la hora de adaptar la alimentación a la persona (y no la persona a la alimentación, lo cual derivará en una nutrición insuficiente y una probable negativa del adulto mayor a tomarla).

Para ello hay que generar un mayor interés de las personas mayores hacia la comida, pudiendo explicarle los beneficios y potencialidades de una adecuada nutrición, haciéndola divertida, etc.

Con ello, se podrá generar una actitud más activa hacia el cambio de aquellas conductas alimentarias que se necesiten modificar. Se favorecerá una mayor aceptación de hábitos alimenticios que se propongan de forma estable a lo largo de su vida (y no de manera puntual).

Disfrutar con la comida

Uno de los aspectos más importantes es asegurarse que la persona mayor disfrute comiendo, ya que uno de los factores claves del cambio hacia una adecuada nutrición es la motivación.

Para todo ello, hay varios aspectos a valorar y que se pueden trabajar:

  • Hábitos alimenticios previos que la propia persona tuviera de antemano. Debemos, en la medida de lo posible, no cambiar aquellas costumbres alimenticias sin una justificación médica lo suficientemente importante.
  • Estado cognitivo y emocional de las personas mayores en cuestión. Ya sea porque existan dificultades a la hora de comer que haya que tener en cuenta, porque debamos presentar la comida de una forma más estimulante, etc.
  • Capacidad e interés social de las personas mayores. Comer es un acto social, y a menudo las personas que comen solas tienen hábitos alimenticios menos saludables.
  • El nivel de actividad física. Si este es mayor, mejorará la evacuación y aumentará el apetito. Si aumenta el sedentarismo, la necesidad calórica de aportes del organismo disminuirá, por lo que se comerá menos progresivamente.
  • Control de peso. La falta de actividad en los mayores u otros problemas de salud pueden ocasionar sobrepeso en las personas mayores. En caso de necesitar disminuir el peso, es necesario hacerlo de manera adecuada y progresiva. No es tan importante comer menos como tomar alimentos más saludables y hacer ejercicio.

Con todo ello en cuenta, podremos mejorar la alimentación, ánimo y estado de salud de nuestros mayores.

Elegir una cama articulada es una decisión muy importante. Hay que tener en cuenta que se trata de un elemento imprescindible para el descanso y muchas personas pasan en ellas casi un tercio del día. En personas mayores o con movilidad reducida, la utilización de camas articuladas les facilita algunas acciones como levantarse y, además, reduce la probabilidad de sufrir úlceras por pasar demasiado tiempo sin moverse.

Llegado este momento, muchas personas se pregunta cómo usar, qué cama articulada elegir, o cómo montarla en una habitación. Para todo este tipo de preguntas hemos elaborado este artículo, para que sirva de hoja de ruta.

Consejos para elegir una cama articulada

Como hemos comentado, elegir una cama articulada puede ser algo complicado, por lo que te daremos una serie de consejos para facilitarte esta tarea.

  • Siempre tienen que estar adaptadas a las necesidades de la persona que va a emplearla. Si va a pasar mucho tiempo en ella o es una persona mayor, es mejor elegir camas articuladas de hospital.
  • Prioriza una cama articulada eléctrica, puesto que el propio usuario podrá moverla y adaptarla a la posición que necesita.
  • Busca camas articuladas con elevador eléctrico. Esto te permitirá modificar la altura de la cama para facilitar el cuidado de la persona que se encuentra en la misma.
  • Cuantos más planos tenga una cama articulada más adaptable será. La mayoría de modelos tienen 4 o 5 planos.

Cómo elegir una cama articulada

La elección de una cama articulada no se limita únicamente a estos consejos, sino que también hay otros aspectos que se deben tener en cuenta cuando se va a emplear una cama articulada.

Te ayudamos a elegir las mejores camas articuladas

Colchón

Con las camas articuladas no puedes emplear un colchón de muelles, puesto que son rígidos y no se adaptan a los cambios de posición. Por lo que se suelen emplear colchones de espuma, látex, viscoelásticos e incluso de aire.

Medidas de la cama articulada

La mayoría de camas articuladas para mayores tienen unas medidas de 90×190, aunque existen ciertas marcas que fabrican modelos dobles. Así mismo, el peso máximo que pueden soportar es 140kg, por lo que si superas ese peso tendrás que utilizar una cama XXL.

Ruedas

Existen camas articuladas con ruedas y sin ruedas. En caso de que vayas a moverla para instalarla en otras habitaciones, te aconsejamos elegir modelos con ruedas para que te sea más fácil.

Accesorios

Si lo necesitas, tienes a tu disposición diferentes elementos como barandillas para evitar que se produzca alguna caída o reposacabezas para hacer que la cama sea mucho más cómoda.

Cómo montar una cama articulada

Las camas articuladas se envían desmontadas para que puedas colocarlas en la habitación que necesites. El montaje es muy sencillo y únicamente tienes que seguir el manual para hacerlo. Para que la tarea te resulte más fácil, a continuación, te explicamos los pasos que debes de seguir.

Lo primero que tienes que hacer es instalar el somier sobre las cuatro patas de la estructura, habiendo dejado dos de ellas apretadas y dos sueltas. Una vez que coloques el somier tendrás que ajustar las cogidas a las medidas del somier y atornillarlo. Después de haber hecho esto, enciende el motor y comprueba que la cama articulada se dobla correctamente.

Por último, en caso de que vaya a emplear una barandilla o reposapiés, atorníllalos en los laterales y en la zona posterior de la cama.

Esperamos que estos consejos te hayan sido de utilidad y puedas tanto elegir como montar una cama articulada mucho más fácilmente.

La tensión es uno parámetro indicativo de vital importancia para evaluar el estado de salud de una persona y detectar posibles enfermedades con mayor rapidez. Aunque los valores normales de la tensión son siempre los mismos, independientemente de la edad, la tensión tiende a ser cada vez más alta con el paso del tiempo. Por eso, es importante controlar la tensión arterial en personas mayores y así detectar en el menor tiempo posible problemas de salud que puedan estar desarrollándose.

Siempre se ha dicho que pasear es uno de los mejores ejercicios que puede hacer una persona en edad avanzada. Lo cierto es que esta afirmación es 100% correcta. Esta actividad supone un extra de motivación y de rutina sana para todas las personas de la tercera edad. Todas y cada una de ellas obtienen algo positivo de caminar y pasear cuando son mayores.

Es por eso, que desde aquí queremos fomentar esta práctica a todas las edades, y más aún para los mayores de 65 años. Para apoyarnos en la necesidad de pasear para las personas mayores, vamos a adentrarnos en algunas de las más destacadas ventajas y beneficios de este ejercicio de baja intensidad tan satisfactorio.

Paseos de personas mayores

¿Cuándo pasear? Cualquier momento es bueno e idóneo para comenzar. Más si cabe para personas englobadas dentro de la población envejecida, y que necesita de una actividad física regular para mantenerse en mejor forma.

¿Todo el mundo puede pasear? Aquí no hay excusas para salir a pasear. Desde personas mayores que mantienen por completo su autonomía, hasta casos particulares que requieran de ayuda por temas de movilidad, por ir en sillas de ruedas, por falta de fuerza muscular, o por peligro de que puedan desorientarse. Para este tipo de personas, pueden mantener una rutina de paseos, pero siempre y cuando vayan acompañados de un familiar o cuidador de mayores a su cargo.

Por qué caminar es tan sano para los mayores

Pasear a estas alturas de la vida es clave para el envejecimiento activo. Esto es, una actividad física recomendada tanto por médicos especialistas, así como fisioterapeutas. Dos vertientes principales constituyen la recomendación de andar y caminar para personas mayores: la salud física y mental.

Dos aspectos vitales para el día a día de cualquier persona en edad avanzada para tomar la vida con fuerza.

Puesto a que lo más habitual es que, llegados a una edad se suela perder ese hábito de salir a la calle. Es conveniente recuperarlo y ayudar a los mayores para que salgan de su domicilio y concilien una vida normal con estancia tanto en la calle, como en casa.

Beneficios de pasear a cualquier edad

Ahora bien, ¿cuáles son las ventajas de estos paseos? Pasear es en sí un ejercicio físico, también es un gran aporte de oxígeno y liberación de cualquier persona, sin importar la edad. Entre los beneficios más relevantes asociados a esta práctica caben destacar los siguientes que mencionamos:

Activación del cuerpo y físico

Tanto como antídoto al sedentarismo, así como para la activación de los músculos del cuerpo, los paseos son vitales. Siempre teniendo en cuenta la intensidad de los paseos, se puede reducir o aumentar el ritmo. Pero todo lo que sea fomentar al movimiento va a ser muy beneficioso para evitar que el cuerpo se acostumbre a no hacer nada, y por ende, la aparición de dolores o entumecimientos de la edad.

No solo la activación del cuerpo es recomendada, sino que esto también implica una activación total, motivación y ganas de sentirse vivo y útil.

Refuerzo sistema inmunológico

Esta exposición al aire libre y espacios abiertos permite fortalecer tanto músculos, como el propio sistema inmunológico de cualquier persona. Una recompensa diaria que no puede faltar.

Vitamina D

El sol ofrece propiedades necesarias al cuerpo, de la que incluso adolecen algunos alimentos. En especial la Vitamina D, o vitamina de la luz del sol, tan importante para el cuerpo y que tiene en el contacto con el sol su máximo exponente.

Liberación de estrés

Otro de los aspectos positivos de esta actividad es que consigue evadir a cualquier persona que está todo el día en casa. Tanto la vitamina de los rayos del sol, como la sensación del aire, son elementos imprescindibles para la reducción del estrés, episodios de ansiedad o depresión.

Socialización

Otra de las grandes ventajas de proveer de estos paseos a personas mayores, es la permisibilidad para que puedan conocer o juntarse con amigos, conocidos y familiares. Algo idóneo para mantener las relaciones y no estar pensando únicamente en uno mismo.

Paseos acompañados

Es conveniente valorar el estado de salud física y mental de cualquier persona de la tercera edad. Para las personas que se encuentren en una situación de Alzheimer avanzada o sufra periodos de desorientación, es estrictamente necesario dar estos paseos acompañados, para evitar cualquier incidente, así igualmente, para personas mayores con reducción de movilidad, o uso de andadores y sillas de ruedas.

Cuando uno comienza a envejecer es cierto que deja de ser capaz de hacer algunas acciones. Esta situación se magnifica en caso de sufrir alguna enfermedad degenerativa o crónica que afecte a nivel cognitivo o genere incapacidad o dolor físico. Pero hay otras muchas cosas que sí se siguen pudiendo hacer y enseñar. Como dice el refrán, la experiencia hace a la persona maestra. Y de esta forma lo más recomendable es fomentar la autonomía de una persona mayor.

Durante mi experiencia personal y profesional como psicóloga profesional de este campo he vivido y observado lo difícil que puede resultar dejar que la persona mayor haga todo aquello que puede hacer en vez de hacérselo nosotros. Pero, ¿por qué nos resulta esto tan complicado?

Cómo fomentar la autonomía y por qué

Imaginemos la siguiente situación: somos la cuidadora principal y estamos preparando la comida. La persona de 85 años a la que cuidamos está en el salón viendo la televisión. Por un momento nos planteamos la duda de si avisarla para que venga y pueda participar o hacerlo a nuestra manera, más rápido. Y ya cuando esté todo listo llamarla para que venga a comer. Sabemos que muy probablemente con su participación el proceso se alargue, tengamos que intervenir porque se olvide de lo que ha puesto y la cena se enfríe.

Bien, aquí tenemos un momento crítico donde debemos recordar que el objetivo no es ser eficiente, es fomentar la autonomía de la persona a la que se cuida. Por tanto, adaptando a las capacidades actuales de la persona lo mejor sería avisarla para que pueda participar pelando una patata o simplemente poniendo parte de la mesa.

Ventajas de hacer partícipe a la persona mayor en una tarea cotidiana

La movilidad es un ámbito que siempre es conveniente potenciar para mejorar y activar la autonomía de un mayor. Y estos ejercicios cotidianos del día a día son una actividad aconsejable.

Por una parte, la persona mayor se moverá del sofá por lo cual hará ejercicio, su mente se activará, ya que habrá que pensar qué cubertería hay que poner según la comida, podrá hacerlo a su manera, demostrándose que es capaz. Esto subirá su autoestima y tendrá muchos otros efectos positivos que no tendremos en caso de que hagamos todo nosotros y ya solo contemos con ella para el acto concreto de comer.

Esto se puede adaptar en caso de que la persona no pueda caminar haciendo el ejercicio mental de qué haría falta y cómo hacer las recetas. O dando indicaciones concretas a personas con deterioro cognitivo para que ejerciten su mente y se sientan también parte de su entorno. Esto se puede aplicar a abrocharse una camisa, asearse la cara o elegir la ropa de ese día.

Cómo mejorar la autonomía de ancianos

Cuando en esta situación nos resulta complicado contar con la otra persona podemos reflexionar para ver posibles causas y poner soluciones que mejoren la situación. Podemos encontrar varias de estas causas, aunque cada persona tiene las suyas, algunas de ellas podrían ser: tener prisa, estar cansado, falta de paciencia, no querer aceptar que la persona mayor tiene más limitaciones que antes o tratar de evitar que la persona mayor se canse o se frustre al no verse igual de capaz de lo que era antes. Esto es un error ya que cuanto más haga hoy yo por esa persona mientras ella misma pueda hacerlo, menos podrá hacer por sí misma mañana. Con esta actitud se está restando autonomía y sumando dependencia.

¿Qué hacer para elegir la opción de un mejor cuidado?

Primero se debe averiguar qué se siente y qué pensamientos alimentan dicha emoción. Una vez se haya averiguado, lo siguiente es observar y escuchar al otro. Es decir, ¿qué estoy generando con esas acciones a la persona mayor? En algunos casos habrá indiferencia por parte de la otra persona, pero en la mayoría de los casos aparecerán episodios de frustración, enfado o tristeza generados por esa falta de posibilidad y de sensación de incapacidad ante tareas que pueden hacer.

La indefensión aprendida

Hay un fenómeno psicológico que se llama la indefensión aprendida. Es algo que nos ocurre a todas las personas. Se trata de que cuando se inteta varias veces hacer algo y no se puede, simplemente se asume que no hay capacidad para hacerlo, aunque la situación sea en un entorno diferente con recursos nuevos que si permitirían poder realizarlo.

Cuando esto ocurre con tareas como enjabonarse el cuerpo, vestirse, peinarse, pelar y cortar una verdura, decidir qué comer, cocinar o ir a comprar, se deja de sentir esa capacidad y la autoestima cae en picado, llegando a ser más dependientes de lo que se podría ser.

Cuidadores y personas mayores con poca autonomía

Al cuidar a una persona mayor es importante observar, ser consciente de las limitaciones y capacidades, las actuales y las potenciales. Hay que poner recursos al servicio de la autonomía, apoyar para que la persona lo pueda lograr, pero nunca excluirla de la posibilidad de lograr algo o de tomar decisiones.

Cuando ya se ha dado el paso de lograr incluir a la persona en las actividades, puede que la persona logre hacerlas o no. En caso de que sí la realice, se puede premiar su esfuerzo por medio de un refuerzo positivo como un halago, una palabra o gesto de cariño o un pequeño premio.

En caso de no lograrlo, no hay que recriminarle o desafiar a la persona asumiendo que en realidad sí podría hacerlo, simplemente se observa qué ha podido ocurrir y se consideran junto a ella posibles alternativas adaptadas a la situación.

Se trata de encontrar un equilibrio entre ayudar y acompañar. Hay que trabajar a nivel personal diariamente para recordar que el objetivo no es ser eficiente, sino fomentar la autonomía de una persona mayor. Se trata de intervenir de forma activa solo cuando la persona no pueda hacer o decidir algo por sí misma o te pida ayuda.

Aquí podemos utilizar la comunicación, ya que es una de las herramientas más potentes de las relaciones entre personas. Hablar es una de las principales maneras de entender a los demás y poder explicarles tanto emociones como pensamientos.

 

Beatriz Carmena: Psicóloga.

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