En la sociedad actual dos de las enfermedades más comunes entre las personas mayores son el Alzheimer y el Parkinson, siendo ésta última muy desconocida por muchas de las familias. La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica y progresiva que afecta al sistema nervioso.

Los tratamientos dirigidos a las personas mayores que tienen Parkinson no pueden curarles, pero sí tratan de mejorar su calidad de vida. Existen prácticas y cuidados recomendados para personas con Parkinson que conviene utilizar.

Para saber cómo ayudar a las personas mayores que sufren Parkinson, comprendamos en primer lugar lo que es y lo que implica tener dicha enfermedad.

La enfermedad de Parkinson

¿Qué significa tener Parkinson? Las personas mayores que tienen Parkinson sufren de una falta de dopamina en el cerebro. La dopamina es la sustancia que se necesita para que el cerebro pueda transmitir la información que permite realizar los movimientos de una forma normal y correcta. Por ello, las personas mayores con Parkinson tienen unos síntomas motores muy concretos, como temblor o rigidez cuando se encuentran en reposo.

Síntomas del Parkinson

Otros síntomas que pueden presentar las personas mayores con Parkinson son inestabilidad postural, lentitud de movimientos (bradicinesia) o incluso, llegado el momento, incapacidad para iniciar un movimiento (acinesia).

Las personas mayores con Parkinson también presentan otras muchas alteraciones, como dificultades de habla, de expresión facial, dificultades respiratorias, demencia, alucinaciones o delirios, trastornos de control de impulsos, problemas del sueño, dificultades para tragar, problemas digestivos, etc.

¿Cómo tratar con personas que tienen Parkinson?

Los familiares de personas mayores con Parkinson, a menudo, se sienten sobrepasados con toda la información y dificultades que se presentan, pero son varias las cosas que podemos hacer para facilitarles la vida a esas personas mayores y mejorar su calidad de vida.

Seguir indicaciones de personal sanitario

Consultar con los profesionales adecuados para que ayuden en el proceso, como un logopeda para detectar y prevenir trastornos del habla, un fisioterapeuta para disminuir su rigidez muscular, los temblores, controlar la postura, etc., un psicólogo para asistir en los aspectos emocionales, cognitivos y conductuales, etc.

Incentivar el ejercicio en la senectud

Promover que las personas mayores realicen los ejercicios que estos profesionales hayan pautado, acompañándolos y guiándolos en el proceso.

Ayuda y compañía

Ayudar a las personas mayores según la enfermedad vaya avanzando, mediante un proceso de acompañamiento y apoyo.  Las relaciones sociales y familiares son ene stos casos más importantes que nunca.

Adaptación del hogar

Adaptar el hogar de las personas mayores que sufren Parkinson. Esto incluye tanto despejar los espacios de muebles que puedan resultar un estorbo para el paso, quitar alfombras y asegurar una buena iluminación como hacerse con las ayudas técnicas necesarias, como cubiertos adaptados, sillas o andadores, pinzas para recoger objetos del suelo, agarraderas para el plato de ducha, etc.

Mejorar la autonomía de la persona

Promover la autonomía, mediante la repetición de ejercicios cotidianos como levantarse del asiento, lavarse las manos y la cara, etc. para facilitar que puedan continuar haciéndolo por más tiempo.

Actividad diaria de paseos

Realizar paseos diarios y cotidianos, siempre a un ritmo adecuado. Resulta adecuado también aprovechar este momento para favorecer que las personas mayores con Parkinson balanceen los brazos, movimiento que tienden a perder.

Practicar caídas y levantamientos

Enseñarles a caerse y levantarse, siempre con las manos por delante. Dejarles practicar el levantarse del suelo de forma autónoma puede resultar útil.

No decaerse

Las personas mayores con Parkinson a menudo se bloquean cuando intentan andar o moverse. En estos momentos, es útil poderles marcar el ritmo, con una pauta numérica, andando a su lado, mostrándoles la “meta” etc.

Por último, no podemos olivar cuidar la propia salud física y emocional. No solo las personas mayores necesitan ayuda, también sus cuidadores. Atender a las propias necesidades y evitar la saturación resulta vital. No hay que desestimar la importancia de pedir ayuda y puede resultar muy efectivo programar ciertos momentos de escape o desconexión.

En muchas ocasiones, los cuidadores o familiares sienten hacia esto ciertos sentimientos de culpa, pero no podemos olvidar que el primer paso para cuidar a otros es cuidarse uno mismo.

Al tiempo que las personas envejecen, su movilidad se ve afectada y tienen más dificultades para realizar acciones cotidianas que antes les resultaban sencillas. La mejor opción ante esta problemática es adaptar las viviendas a las necesidades de las personas mayores, evitando que puedan sufrir cualquier accidente que pueda ocasionarles problemas mayores.

Mucha gente no sabe qué pasos deben seguir para adaptar una casa a personas mayores, por eso, en este post te ofrecemos algunos de los principales consejos para que puedas hacerlo. Cómo adaptar un edificio, entrada y vivienda a personas con ayudas para moverse.

Por qué adaptar una casa a personas mayores

Como hemos comentado, debido a la pérdida de agilidad que sufren las personas con el paso del tiempo, la probabilidad de sufrir un accidente aumenta considerablemente. A esto hay que sumarle que las caídas en personas mayores pueden ser mucho más graves, ocasionado problemas como roturas de huesos u otro tipo de lesiones más severas.

Si se adapta la vivienda de forma adecuada, el riesgo de accidente se reduce considerablemente y, por lo tanto, las personas mayores pueden hacer tareas cotidianas sin ningún tipo de preocupación.

ayudas tecnicas personas mayores

Consejos para adaptar la vivienda a una persona mayor

Reformar una vivienda para adecuarla a una persona mayor no es un proceso sencillo y requiere una planificación previa. De esta forma, te puedes asegurar de cubrir todos los problemas que puedan haber en el interior de una casa o en el rellano y escaleras.

Los principales aspectos que debes tener en cuenta son:

Eliminar obstáculos

Lo primero que debes hacer es quitar todos los objetos como macetas, alfombras o mesitas que en edades avanzadas se convierten más en un inconveniente que en un elemento decorativo, aumentando las posibilidades de provocar cualquier caída.

Iluminación

La vista de las personas mayores es peor y en ocasiones tienen problemas para detectar algunos objetos. Por eso, es importante adaptar la iluminación de las diferentes habitaciones a estas necesidades. En habitaciones interiores o pasillos te aconsejamos instalar sensores de luz que se activan al detectar movimiento.

Alfombras

Como es sabido, las alfombras son un elemento problemático en las casas de las personas mayores. Ya que provocan caídas, resbalones y tropiezos, tanto para aquellos que necesitan de bastones o andadores, como personas con pérdida de equilibrio. En estos casos lo recomendable es quitarlas u optar por alfombras antideslizantes de goma para que el riesgo de caída sea mínimo.

Puertas

La anchura de las puertas se puede convertir en un problema. Más aún, si la persona necesita una silla de ruedas para desplazarse por su casa. En muchas ocasiones es necesario ampliarlas para que la silla puede pasar sin dificultad, por lo que también es conveniente medirlas a la hora de adaptar una casa a personas mayores.

Cómo adaptar las habitaciones para un anciano

Una vez explicados los principales factores más determinantes para el bienestar de una persona mayor en su vivienda, conviene dividir las zonas por habitaciones. Cómo modificar y adaptar cada una de las habitaciones principales ante las necesidades de personas mayores, con mayor o menor grado de movilidad.

Baño

El baño es una de las habitaciones donde más caídas suelen producirse. Además, dado que se trata de una habitación que deben visitar con frecuencia, te aconsejamos que prestes especial atención a la hora de adaptarlo a sus necesidades.

Lo más importante es que añadas barras de apoyo para facilitar la entrada y salida de la ducha y elementos antideslizantes en el plato de la ducha. Así mismo, te aconsejamos que instales un deshumidificador para evitar que la humedad se acumule y haga que las superficies se vuelvan resbaladizas.

Cocina

El siguiente elemento que debes revisar a la hora de adaptar una vivienda a un anciano es la cocina. Nuestra recomendación en esta habitación es instalar puertas correderas en los armarios para reducir el riesgo de accidente. Además de placas de inducción para evitar posibles quemaduras o que pueda quedarse el gas abierto. Por último, un elemento que no puede faltar es el detector de humos que podrás instalar fácilmente en cualquier lugar.

Dormitorio

Adaptar el dormitorio a una persona mayor es mucho más sencillo que otras habitaciones, siendo lo principal que tenga una cama adaptada a sus necesidades, ya sea una cama articulada o con barreras para evitar que se caiga. Además, también es recomendable eliminar todos los elementos innecesarios como mesillas e incluir un interruptor tanto en la entrada como al lado de la cama.

Salón

La mayorías de las personas mayores realizan sus actividades cotidianas dentro de esta habitación. A la hora de adaptarla a sus necesidades es importante crear un ambiente que les resulte cómodo y acogedor. Así mismo, como en el resto de habitaciones es aconsejable eliminar todos los obstáculos que puedan molestarles y dificultar su paso.

Esperamos que estos consejos te sean de utilidad para adaptar una vivienda a una persona mayor y puedas cubrir todas sus necesidades.

Son muchas las áreas sobre las que trabajar y concienciar para mejorar el cuidado de ancianos y su bienestar. Entre ellas, está la prevención de la obesidad. A pesar de que cuando se piensa en obesidad generalmente la primera imagen está asociada a la población infantil, son los mayores los que más riesgo tienen de padecer sobrepeso. Conviene conocer los motivos y saber cómo actuar para prevenir y cuidar de ancianos con sobrepeso.

Esto es debido a que, con los años, quien se haya dedicado al cuidado de ancianos habrá podido comprobar cómo aumentan las limitaciones físicas. Estas limitaciones a su vez provocan un decaimiento de la movilidad y un estilo de vida más sedentario. Esto, sumado a hábitos alimenticios poco adecuados y un metabolismo más lento, provoca un aumento del índice de masa corporal.

Generalmente esto supone un riesgo severo, que se acreciente conforme se van cumpliendo años y el cuerpo está menos capacitado para soportar tanto índice de grasa.

¿Cuáles son los riesgos de no reducir la obesidad en ancianos?

Los que se dedican al cuidado de ancianos, ya sea de forma profesional o porque estén a cargo de un familiar, deben tratar de mantener un peso adecuado en el anciano.

La obesidad en las personas mayores aumenta el riesgo de enfermedades muy conocidas como la diabetes, el colesterol o la hipertensión arterial (HTA).

Sin embargo, hay también otros efectos menos conocidos, estando la obesidad relacionada con el síndrome de apnea del sueño, el reflujo estomacal, la insuficiencia venosa o las afecciones en el aparato motriz o locomotor como por ejemplo la artrosis.

En el cuidado de ancianos, descuidar el riesgo de sobrepeso puede provocar que la persona acabe en un estado de inmovilidad, ya que el tejido muscular se debilita, reduciendo así la fuerza necesaria si hay un exceso de peso corporal.

¿Qué hacer para prevenir la obesidad en personas mayores?

En personas jóvenes, hay ciertas terapias aptas para el tratamiento de la obesidad, como dietas excesivamente hipocalóricas. Sin embargo, esto no resultaría apropiado para la tercera edad. Por ello, en el cuidado de ancianos, el objetivo principal debe ser la prevención de la obesidad.

Si se quiere lograr este objetivo es necesario mejorar la calidad de vida de las personas mayores: evitar que ganen peso, mejorar la movilidad, la nutrición, el estado de salud, etc.

Las medidas que se adopten para prevenir la obesidad en el cuidado de ancianos han de cubrir todas las áreas:

Ejercicio físico

El ejercicio físico disminuye la acumulación de colesterol, mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a mantenerse activo y en forma. Se debe tener en cuenta que en el cuidado de ancianos la realización de ejercicio físico ha de estar adaptado a las carencias y al estado físico de la persona. Es necesario realizar una rutina de ejercicios ligera o moderada, como por ejemplo mediante un paseo diario de 10 o 20 minutos. Si la persona está inmóvil, otra alternativa son los ejercicios progresivos de estiramiento para mantener la movilidad de los músculos.

Buena nutrición

Una dieta sana y equilibrada es fundamental para reducir o eliminar el exceso de grasa corporal y mantenerlo en unos niveles adecuados. En el cuidado de ancianos, se debe evitar el uso de alimentos con alta concentración calórica, grasas saturadas y azúcares refinados. Es adecuado proporcionar una dieta rica en verduras, frutas y cereales, que favorezca una digestión adecuada.

Es preferible en el cuidado de ancianos preparar menús con cantidades más pequeñas, pero asegurarse de que comen más veces a lo largo del día. Deben además masticar bien la comida y beber al menos dos litros de agua al día. También se puede, de ser necesario, sustituir los aperitivos por fruta o verdura y utilizar aceite de oliva para cocinar.

Revisiones médicas al día

Nunca hay que olvidar que, el trabajo como cuidadores de personas mayores, está supeditado a la opinión médica. Es necesario asegurarse de mantener las visitas al médico convenientes. La máxima recomendación no es otra que consultar periódicamente al médico para que realice un seguimiento de la evolución de la masa corporal y establezca las pautas oportunas. También existen determinados fármacos que, siempre bajo prescripción médica y cuando sea estrictamente necesario, puede ayudar a reducir la obesidad.

Por desgracia, el maltrato a las personas mayores no es un tema nuevo ni reciente. Son muchos los factores que hacen de las personas mayores una población vulnerable ante el maltrato: edad, género, estado físico y mental, situación familiar, económica, etc.

Incluso a día de hoy, el maltrato a las personas mayores es algo que permanece invisible, dándose en la mayor parte de las ocasiones en el propio domicilio, ya sea en el entorno familiar o por parte de la persona cuidadora.

Tipos de maltrato y cómo identificarlo

El maltrato a las personas mayores puede darse en varios ámbitos: abuso patrimonial, abuso sexual, negligencia del cuidado, abandono, maltrato físico, maltrato psicológico, estructural, etc. Esta es una de las clasificaciones más representativas en la que englobar los diferentes términos y tipos de maltrato.

Maltrato físico a mayores

Causa daños o lesiones por medio de acciones. Incluye golpes, quemaduras, encerrar a las personas mayores o el uso inapropiado de medicación. Si notamos que las personas mayores sienten dolor al ser tocadas, vemos marcas o moretones o sospechamos de un uso inapropiado de los medicamentos (adormilamiento excesivo, por ejemplo) debemos estar en alerta ante un posible maltrato físico.

Maltrato sexual a mayores

Este recoge cualquier contacto de carácter sexual en contra de la voluntad de la persona mayor. Debemos sospechar que está siendo abusado si notamos moretones alrededor del pecho o del área genital, vemos hemorragias, ropa interior rota, etc.

Negligencia

Falta del cumplimiento de las necesidades físicas, psicológicas, económicas, etc., de las personas mayores. Signos de alarma son úlceras por presión, suciedad u olor a orina, deshidratación o desnutrición, ignorar o aislar a la persona mayor, ir vestido de forma inadecuada, etc.

Maltrato psicológico a personas mayores

Agresiones verbales, amenazas, humillaciones, tratar a las personas mayores con infantilismo, como si fueran niños, etc. Esto genera en las personas mayores impotencia, indefensión o miedo inexplicable. No se atreven a hablar abiertamente y se comportan de forma inusual.

Maltrato económico a ancianos

Aquí se agrupan los robos o engaños con el objetivo de quedarse con el dinero o los bienes de las personas mayores. En estos casos, se pueden notar patrones irregulares en los gastos, cambios repentinos en las cuentas bancarias o el testamento, firmas en los cheques que no se parecen a la firma de la persona, etc.

También debemos estar alerta si vemos otros factores como una gran dependencia hacia el cuidador, una importante implicación emocional hacia él o ella, la excesiva necesidad de estar en el domicilio, una actitud sumisa poco habitual, etc.

Cómo prevenir el maltrato en mayores

Entre las acciones que se deben hacer tanto para prevenir el maltrato hacia las personas mayores como para corregirlo si se detecta, está lo siguiente:

  • Evitar el aislamiento social
  • Organizar la atención clínica del paciente (que acuda regularmente al médico, se haga las revisiones oportunas, etc.) y simplificar y organizar la medicación.
  • Adecuar la vivienda de las personas mayores a sus necesidades.
  • Evitar la sobrecarga de los cuidadores principales, ya sean profesionales o no profesionales.
  • Favorecer y facilitar el apoyo social, institucional y familiar de las personas mayores.
  • Buscar apoyo psicoterapéutico, ya sea para las propias personas mayores como para su entorno.
  • Que las personas mayores cuenten con un cuaderno donde puedan escribir sus vivencias, sentimientos, preocupaciones, etc.
  • Evitar el lenguaje estigmatizante: enfermo, pasivo. También debemos evitar calificar a la persona. Es más eficaz y menos dañino hablar de su conducta. Por ejemplo, si se dice “eres un despistado” en lugar de “tienes algún despiste” se empeorará considerablemente su autoconcepto y autoestima.
  • Tratar de tener una adecuada formación específica, centrando los cuidados en la persona, en su historia de vida, poniendo atención en aspectos como alimentación, vestido o, higiene u otros aspectos personales. Debemos también promover la autonomía y participación en la toma de decisiones del día a día.
  • Evitando los falsos mitos y prejuicios, viendo a las personas mayores según sus carencia y déficits en lugar de aquello que aun conservan y que pueden aportar en la sociedad.

Es importante quitar de la cabeza la idea de que solo las personas horribles o malas pueden maltratar a los mayores: el desconocimiento, la sobrecarga, el estrés, etc., son factores de riesgo, y son nuestros mayores quienes sufren las consecuencias de ello si no prestamos la suficiente atención.

Son muchas las cuestiones que hay que tener en cuenta en el cuidado de personas mayores. Una de las más importantes es cuidar que tengan una adecuada higiene. Esto les ayuda a prevenir muchas infecciones. Promover buenos hábitos de higiene personal en el cuidado de personas mayores, así como evitar olores desagradables, pueden tener muchos efectos positivos en el anciano. Unos hábitos que es conveniente mantener para mejorar el cuidado en favor de un bienestar mayor.

Por que, una ayuda en el aseo diario de una persona mayor, es adecuado para estimular la circulación sanguínea, eliminar el exceso de grasa en la piel, eliminar las células muertas, e incluso promover una sensación de bienestar y autoestima a través de un cuidado personalizado.

Sin embargo, la labore de cuidado de la higiene de personas de la tercera edad conlleva la dedicación de tiempo. Explicamos todo lo que debes considerar para poder controlar la higiene de personas mayores.

Qué implica una buena higiene en ancianos

Una adecuada higiene no solo implica el momento de la ducha. Hay que cuidar la higiene corporal, pero también la bucodental y la higiene de manos y pies, entre otros cuidados diarios de ancianos.

La persona encargada del cuidado de personas mayores ha de asegurarse de comprobar que se lava las manos después y antes de cada comida, así como de hidratar los pies con agua caliente. De igual manera, es muy importante asegurarse del adecuado secado tanto de manos como de pies. También es positivo evitar prendas ajustadas en los mismos, como calcetines, siempre que se pueda, y usar un calzado cómodo.

Hay que considerar que las personas mayores son propensas a infecciones de boca, debido a una excesiva sequedad, caries, deterioro de dientes y encías, etc. Por ello, en la higiene dental, especialmente en el cuidado de personas mayores, hay que asegurarse de que se usan siempre tanto pasta de dientes como enjuague bucal. También es útil el uso de hilo dental, para llegar a todos los lados de la boca. Es necesario estar atento para comprobar si la propia persona no puede hacerlo sola de forma adecuada, para poderla asistir.

Consejos para la higiene corporal de mayores

Uno de los aspectos fundamentales dentro de un buen aseo es la higiene corporal. Con el cuidado de personas mayores es necesario contar con todos los utensilios a mano, evitando de esa manera dejar al anciano solo en el momento de la ducha.

Se requiere una preparación previa el jabón (idealmente de PH neutro), cremas hidratantes, esponjas, toallas limpias, cepillo o peine y el champú. También puede convenir preparar de antemano la ropa -limpia y caliente- para vestirse tras la ducha.

Se necesita también tener claro cómo y dónde se va a desarrollar el aseo, dependiendo de la movilidad que la persona mayor tenga.

Higiene para ancianos con movilidad

Si su movilidad es adecuada, se podrá realizar el aseo en la ducha, aunque si tiene ciertas dificultades será necesario contar con las adecuadas ayudas técnicas, como un asiento para la ducha. También conviene que la ducha cuente con una alcachofa móvil con un chorro a baja presión.

Higiene para ancianos con poca movilidad

Si el anciano no puede movilizarse adecuadamente por sí mismo, el aseo será necesario que se realice en la cama. Para ello, es necesario saber cómo realizarlo. Es necesario ir lavando, aclarando y secando adecuadamente cada zona antes de pasar a la siguiente, no olvidando girar cuidadosamente a la persona si no lo puede hacer sola para lavar los laterales y la parte de atrás.

Es importante tener especial atención con la higiene de la zona genital cuando se trata del cuidado de personas mayores. En la mujer es necesario lavar comenzando desde la zona anterior a la posterior, para evitar infecciones, y en hombres es necesario recordar el adecuado lavado tras cada micción.

¿Cómo facilitar el aseo en el cuidado de personas mayores?

La hora de la ducha en el cuidado de personas mayores es un momento delicado. Hay ciertas pautas que se pueden seguir para facilitar ese momento tanto para ellos como para nosotros.

Cuidar el entorno

Podemos asegurarnos de una adecuada temperatura (cálida) tanto del agua como de la habitación y una luz agradable (no demasiado intensa ni que la habitación sea demasiado oscura). También es útil tratar de conseguir un olor que resulte placentero para la persona en el cuarto de baño.

Cuidar una buena comunicación

Es siempre importante en el cuidado de personas mayores asegurarse de que comprenden adecuadamente lo que está ocurriendo, lo que va a ocurrir, lo que hacemos y necesitamos que hagan, etc. El momento de la higiene no es distinto.

Transmitir confianza y seguridad

En el cuidado de personas mayores es tan importante lo que se hace como la forma de hacerlo. Es necesario transmitirles confianza, hacer los movimientos con seguridad, pero sin ser bruscos, hablar con ellos y ser cálidos. No en vano, es un momento que puede resultarles incómodo debido al exceso de intimidad necesario. Respetar los tiempos e incluso ir tapando las zonas que no se estén lavando si así la persona lo requiere.

Con estas sencillas pautas, podemos asegurarnos de una adecuada higiene, cómodo y agradable tanto para la encargada del cuidado de personas mayores como para los propios ancianos.

Una de las enfermedades asociadas a la tercera edad es el Ictus, también llamado Accidente Cerebro Vascular (ACV), Embolia o Trombosis. Pero, ¿qué se sabe sobre ella? ¿Cómo se puede detectar y prevenirla? Abordamos qué es el ictus, sus factores de riesgo, cómo se puede reconocer, qué hacer una vez que se ha detectado y algunos aspectos importantes a tener en cuenta en la fase de recuperación.

Todas estas explicaciones son de gran fundamento para disponer de cierto conocimiento para realizar ciertas acciones que puedan cambiar de una manera muy importante en la evolución de la enfermedad

¿Qué es un ictus?

El ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo. La sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria, lo que tiene como consecuencia que las células nerviosas no reciben oxígeno. Esto provoca que partes de nuestro cerebro relacionadas con la planificación, la visión, el movimiento o el olfato, dejen de funcionar.

Secuelas del Ictus

Las secuelas en un 30% de los pacientes suelen ser parálisis, problemas de equilibrio, trastornos del habla, bien para comprender o para emitir palabras y problemas cognitivos. Aproximadamente el 60% de las personas que lo padecen son dependientes. Es una enfermedad que provoca severas consecuencias.

¿Tienes un familiar que ha padecido un Ictus?

Quiénes suelen padecer un Ictus

La Fundación Española de Ictus explica cómo una de cada seis personas en el mundo sufrirá un ictus, y que el 80% de esos casos se pueden evitar. También afirman que es la primera causa de mortalidad entre mujeres españolas y la segunda en hombres. Y señalan cómo un tercio de los pacientes que han sufrido un ictus no tienen los factores de riesgo controlados.

Es una enfermedad que debemos prevenir todos, pero en especial con nuestros mayores, ya que es más frecuente a partir de los 55 años y según vamos cumpliendo años el riesgo sigue aumentando. La Fundación Española de Ictus explica que aproximadamente más del 21% de la población española presenta un alto riesgo de sufrir un ictus en los próximos 10 años. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2050 la población mayor de 65 años representará el 46% de los casos de esta enfermedad.

¿Cuáles son los factores de riesgo del Ictus?

Según la Fundación Española de Ictus, existen ciertos factores de riesgo principales que potencian el que una persona pueda padece un ictus. Entre los principales son:

  • Haber sufrido un ictus con anterioridad
  • Tener la presión sanguínea elevada
  • Padecer diabetes
  • sufrir una enfermedad cardíaca
  • tener el contador de glóbulos rojos alto
  • consumo excesivo de alcohol, tabaco y otras drogas

También es conveniente enumerar otros factores y estilos de vida que pueden desembocar en un futuro en padecer esta enfermedad cerebrovascular. Entre los cuales se encuentran:

  • Obesidad
  • Sedentarismo
  • Intolerancia a la glucosa
  • Nutrición deficiente
  • Hiperhomocisteinemia
  • Terapia hormonal sustitutoria/anticonceptivos
  • Procesos inflamatorios
  • Apnea del sueño

Otro factor de riesgo importante lo encontramos en que aproximadamente el 50% de los pacientes abandonan el tratamiento dos o tres años después de haber sufrido el ictus, lo cual facilita la aparición de un segundo infarto cerebral que posiblemente tenga mayores secuelas.

¿Cómo reconocer que se está sufriendo un Ictus y qué hacer?

Los síntomas más habituales son la aparición brusca de dolor de cabeza, la afectación brusca de la visión en uno o en los dos ojos como visión doble, la aparición brusca de problemas para hablar y entender, la pérdida repentina del equilibrio -generando sensación de vértigo y elasticidad- y la pérdida brusca de la sensibilidad, de fuerza o debilidad en el brazo, pierna o en la cara.

Es muy importante identificar los síntomas y reaccionar con rapidez acudiendo a urgencias. Ya que los pacientes que son tratados por neurólogos desde el comienzo de los síntomas logran tener muy pocas secuelas o recuperarse casi por completo.

Recuperación de un Ictus

Algunos de los tratamientos médicos que se aplican en casos de Ictus son las estatinas que reducen en un 30% la mortalidad global de esta enfermedad o el uso de anticoagulantes en personas de más de 75 años o con varios factores de riesgo.

Hay que enfatizar en que la rehabilitación en el periodo de recuperación inicial es fundamental para que las secuelas sean las mínimas posibles. El papel de la fisioterapia es muy importante en la recuperación física, al igual que el trabajo cognitivo para recuperar y potenciar las máximas capacidades cerebrales posibles.

Beatriz Carmena: Psicóloga.

Cuando una persona mayor tiene alguna clase de demencia, o deterioro, comienza a tener desorientación a varios niveles. Para enfrentarse a esta situación es necesario conocer qué significa esta patología y cómo actuar para prevenir estos episodios y ayudar a una persona mayor que los padezca. ¿Qué es la desorientación?, ¿cómo actuar?, ¿de qué manera se manifiesta?

Respondemos a estas y otras preguntas de vital importancia para ayudar en todo lo posible a personas de la tercera edad con pérdida de orientación.

Tipos de orientación en las personas

Decimos que la orientación puede ser de tres tipos:  espacial, temporal y personal. Cada una de ellas actúa en un campo diferentes.

  • La orientación espacial es aquella que les permite a las personas mayores ser conscientes de su entorno: el lugar donde están, dónde viven, a dónde van, etc.
  • La orientación temporal permite a las personas mayores manejar la información y situarla en un momento concreto: qué día es, el mes, año, estación, etc. También les permite entender cuál es el momento apropiado para cada cosa.
  • La orientación personal permite a las personas mayores conectarse consigo mismos, integrando toda la información personal: el nombre propio, edad, lugar de nacimiento, nombre de los familiares, gustos, etc.

¿Cómo se manifiesta habitualmente la desorientación en las personas mayores?

La desorientación está entre los primeros síntomas de Alzheimer. Si bien no es una regla universal, habitualmente lo primero en verse afectado es la orientación temporal, seguida de la espacial y, por último, la personal.

Naturalmente, cuanto mayor se vea afectada la memoria, peor será la orientación. Si las personas mayores están comenzando a ver dificultades a la hora de registrar información nueva o acceder a la previamente almacenada, les costará recordar el día que es, el nombre de sus hijos y otro tipo de cuestiones cotidianas de memoria.

En un inicio, ocurren fallos más o menos normales. Se pueden llegar a notar fallos de juicio en las personas mayores, tales como estimaciones erróneas del tiempo que les puede llevar realizar una actividad, o inferencias equivocadas del tiempo que ha pasado.

Progresivamente se irán convirtiendo en pérdidas de memoria puntuales que irán siendo cada vez mayores. La memoria disminuirá hasta finalmente convertirse en un problema más grande, como puede ser el de no llegar a reconocer a sus hijos.

Cuanto más avanzado está el deterioro, mayor es la desorientación, y con ello, también se ven afectados emocionalmente los más allegados.

¿Qué hacer ante la pérdida de orientación?: Terapia de Orientación a la Realidad

La Terapia de Orientación a la Realidad es una terapia no farmacológica que permite crear un vínculo entre las personas mayores y su propia realidad. Mediante la misma, mejora su control y autoestima, así como su comprensión de aquello que les rodea.

Para realizar una Terapia de Orientación a la Realidad con las personas mayores es necesario tener en cuenta las tres áreas arriba mencionadas, y usar todo aquello que les rodea, integrando esta terapia en el día a día.

Presentamos a continuación diferentes ideas y estrategias:

  • Facilitar que las personas sean conscientes de la manera más sencilla posible del día y lugar en el que se encuentran es siempre una buena idea. Para ello, se pueden colocar relojes y calendarios a la vista. Cuanto más sencillos y claros sean, mejor.
  • La repetición es también siempre una buena estrategia para ayudar a las personas mayores. Si además les involucramos en el proceso, mejor. Se pueden realizar carteles o dibujos con información del día: qué día es hoy, qué tiempo hace, la estación en la que se encuentran, etc., y ponerlos a la vista.
  • Comentar o ver las noticias es también positivo. Acciones como ver el telediario, leer la prensa, y otros medios de comunicación diaria. Que sean conscientes de lo que acontece en la actualidad y puedan expresarse al respecto.
  • Comentar y trabajar con ellos la información más relevante como dónde se encuentran. Comunicarse y dialogar sobre un lugar, el pueblo, la ciudad, el país, etc.
  • Trabajar la reminiscencia mediante información personal: nombre, edad, fecha de nacimiento, nombre de sus familiares más cercanos, profesión, etc.
  • Ejercicios de estimulación cognitiva para relacionar diferentes aspectos entre sí. Fomentar actividades como relacionar objetos con el lugar en el que se suelen encontrar, dibujar árboles genealógicos para que recuerde su familia, identificar objetos y relacionarlos con su uso más frecuente, identificar objetos mediante el tacto, etc.
  • Facilitar rutinas estables. Que todos los días realice las mismas actividades facilita que pueda recordar “qué toca ahora”.
  • Usar los nombres: identificar el propio y dirigirse a las personas mayores por su nombre en todo momento.
  • Celebrar los cumpleaños es una manera fácil y divertida para que recuerde en qué fecha está, fechas de nacimiento, etc.

Realizar álbumes de fotos e incluir en los mismos información como nombres, parentesco, etc.

La aparición de diversas enfermedades en las personas mayores impide que puedan mantenerse activas en el desarrollo de las actividades de la vida cotidiana. Varias de esas enfermedades, como la obesidad, el colesterol, el déficit de vitaminas o minerales, etc., son causadas por una inadecuada alimentación. Por desgracia, la desnutrición en personas mayores no es tan poco común como nos gustaría. Es necesario conocer los síntomas, causas de esta problemática y, sobre todo, cómo cuidar la alimentación en personas mayores.

Causas de desnutrición en personas mayores

Son muchas, y muy diversas, las posibles causas por las que una persona en la tercera edad no coma y se alimente de los nutrientes necesarios para el día a día. Hay que valorar, con el consiguiente equipo médico, cómo solucionar estos problemas e inconvenientes que impiden una buena alimentación. Entre los factores y causas más recurrentes se encuentran las siguientes.

Dieta monótona

En primer lugar, se deben tener en cuenta todas las dietas monótonas y pobres que a menudo encontramos en instituciones como hospitales y residencias. Una situación que puede trasladarse perfectamente al hogar, si no se lleva un control o se descuida este aspecto.

Pérdida de apetito

También debemos comprender y conocer la falta de apetito que tienen las personas mayores, que llegan a la sensación de saciedad de manera más temprana. Además, la inactividad también provoca esa pérdida de ganas de comer.

Disfagia

La disfagia (dificultad o imposibilidad para tragar) condiciona también la selección de aquellos alimentos que pueda digerir adecuadamente la persona mayor. Así como las formas de presentación de los alimentos, habiendo muchos ancianos que tienen problemas para deglutir los mismos.

Problemas físicos para comer

A esto hay que sumarle los posibles problemas físicos que podemos encontrar, como dolor de muelas o de boca o problemas de gusto u olfato.

Otros problemas físicos son las alteraciones en la función digestiva que pueden provocar disminución del apetito. Las personas mayores, ante esto, disminuyen la cantidad de comida o bebida ingeridas o toman alimentos con menor aporte calórico.

Problemas personales y enfermedades

A esta mala alimentación en mayores, también influyen las creencias que cada persona tiene acerca de lo que resulta saludable. A la menor ingesta de productos calóricos también pueden influir otros aspectos como la viudedad, la soledad, la capacidad económica, etc.

Factores como el precio de la comida o la composición saludable de la misma son también claves para determinar una adecuada alimentación y un nivel nutricional óptimo en las personas mayores.

La demencia es también otro factor influyente, ya que en muchas ocasiones cursa con problemas como la negación a comer, o el rechazo a determinados alimentos, lo cual dificulta el establecimiento de un menú adecuado.

Actuaciones para facilitar una adecuada nutrición y alimentación en personas mayores

Es importante tener en cuenta todos aquellos factores mencionados para preparar menús con alta densidad energética, adaptados a problemas de masticación o deglución, que pueden favorecer el desarrollo de problemas o enfermedades como la anorexia. Algunas de las acciones que se pueden realizar para favorecer una buena ingesta de comida destacan.

Emplatado y preparación

Entre las medidas adecuadas podemos encontrar la preparación de la comida de forma que resulte apetitosa a la vista, ya que esto ejerce una gran influencia sobre si a la persona le podrá apetecer tomar el alimento o la cantidad que ingiera.

Poder de decisión y autonomía

También podemos fomentar la autonomía de las personas mayores a la hora de comer, favoreciendo que pueda elegir el menú, aunque sea necesario establecer para ello un par de opciones, alternativa que se ha demostrado útil en casos de demencia.

Para favorecer la autonomía también es útil el uso de cubiertos adecuados, aspecto que es de utilidad cuando existe algún problema físico que dificulte la alimentación. Para otros problemas físicos como disfagia se debe adaptar la textura de la comida, de tal manera que no suponga riesgo de atragantamiento, etc.

Fomentar interés por la comida

Además de lo ya mencionado, no podemos olvidar que hay más factores que influyen a la hora de adaptar la alimentación a la persona (y no la persona a la alimentación, lo cual derivará en una nutrición insuficiente y una probable negativa del adulto mayor a tomarla).

Para ello hay que generar un mayor interés de las personas mayores hacia la comida, pudiendo explicarle los beneficios y potencialidades de una adecuada nutrición, haciéndola divertida, etc.

Con ello, se podrá generar una actitud más activa hacia el cambio de aquellas conductas alimentarias que se necesiten modificar. Se favorecerá una mayor aceptación de hábitos alimenticios que se propongan de forma estable a lo largo de su vida (y no de manera puntual).

Disfrutar con la comida

Uno de los aspectos más importantes es asegurarse que la persona mayor disfrute comiendo, ya que uno de los factores claves del cambio hacia una adecuada nutrición es la motivación.

Para todo ello, hay varios aspectos a valorar y que se pueden trabajar:

  • Hábitos alimenticios previos que la propia persona tuviera de antemano. Debemos, en la medida de lo posible, no cambiar aquellas costumbres alimenticias sin una justificación médica lo suficientemente importante.
  • Estado cognitivo y emocional de las personas mayores en cuestión. Ya sea porque existan dificultades a la hora de comer que haya que tener en cuenta, porque debamos presentar la comida de una forma más estimulante, etc.
  • Capacidad e interés social de las personas mayores. Comer es un acto social, y a menudo las personas que comen solas tienen hábitos alimenticios menos saludables.
  • El nivel de actividad física. Si este es mayor, mejorará la evacuación y aumentará el apetito. Si aumenta el sedentarismo, la necesidad calórica de aportes del organismo disminuirá, por lo que se comerá menos progresivamente.
  • Control de peso. La falta de actividad en los mayores u otros problemas de salud pueden ocasionar sobrepeso en las personas mayores. En caso de necesitar disminuir el peso, es necesario hacerlo de manera adecuada y progresiva. No es tan importante comer menos como tomar alimentos más saludables y hacer ejercicio.

Con todo ello en cuenta, podremos mejorar la alimentación, ánimo y estado de salud de nuestros mayores.

Elegir una cama articulada es una decisión muy importante. Hay que tener en cuenta que se trata de un elemento imprescindible para el descanso y muchas personas pasan en ellas casi un tercio del día. En personas mayores o con movilidad reducida, la utilización de camas articuladas les facilita algunas acciones como levantarse y, además, reduce la probabilidad de sufrir úlceras por pasar demasiado tiempo sin moverse.

Llegado este momento, muchas personas se pregunta cómo usar, qué cama articulada elegir, o cómo montarla en una habitación. Para todo este tipo de preguntas hemos elaborado este artículo, para que sirva de hoja de ruta.

Consejos para elegir una cama articulada

Como hemos comentado, elegir una cama articulada puede ser algo complicado, por lo que te daremos una serie de consejos para facilitarte esta tarea.

  • Siempre tienen que estar adaptadas a las necesidades de la persona que va a emplearla. Si va a pasar mucho tiempo en ella o es una persona mayor, es mejor elegir camas articuladas de hospital.
  • Prioriza una cama articulada eléctrica, puesto que el propio usuario podrá moverla y adaptarla a la posición que necesita.
  • Busca camas articuladas con elevador eléctrico. Esto te permitirá modificar la altura de la cama para facilitar el cuidado de la persona que se encuentra en la misma.
  • Cuantos más planos tenga una cama articulada más adaptable será. La mayoría de modelos tienen 4 o 5 planos.

Cómo elegir una cama articulada

La elección de una cama articulada no se limita únicamente a estos consejos, sino que también hay otros aspectos que se deben tener en cuenta cuando se va a emplear una cama articulada.

Te ayudamos a elegir las mejores camas articuladas

Colchón

Con las camas articuladas no puedes emplear un colchón de muelles, puesto que son rígidos y no se adaptan a los cambios de posición. Por lo que se suelen emplear colchones de espuma, látex, viscoelásticos e incluso de aire.

Medidas de la cama articulada

La mayoría de camas articuladas para mayores tienen unas medidas de 90×190, aunque existen ciertas marcas que fabrican modelos dobles. Así mismo, el peso máximo que pueden soportar es 140kg, por lo que si superas ese peso tendrás que utilizar una cama XXL.

Ruedas

Existen camas articuladas con ruedas y sin ruedas. En caso de que vayas a moverla para instalarla en otras habitaciones, te aconsejamos elegir modelos con ruedas para que te sea más fácil.

Accesorios

Si lo necesitas, tienes a tu disposición diferentes elementos como barandillas para evitar que se produzca alguna caída o reposacabezas para hacer que la cama sea mucho más cómoda.

Cómo montar una cama articulada

Las camas articuladas se envían desmontadas para que puedas colocarlas en la habitación que necesites. El montaje es muy sencillo y únicamente tienes que seguir el manual para hacerlo. Para que la tarea te resulte más fácil, a continuación, te explicamos los pasos que debes de seguir.

Lo primero que tienes que hacer es instalar el somier sobre las cuatro patas de la estructura, habiendo dejado dos de ellas apretadas y dos sueltas. Una vez que coloques el somier tendrás que ajustar las cogidas a las medidas del somier y atornillarlo. Después de haber hecho esto, enciende el motor y comprueba que la cama articulada se dobla correctamente.

Por último, en caso de que vaya a emplear una barandilla o reposapiés, atorníllalos en los laterales y en la zona posterior de la cama.

Esperamos que estos consejos te hayan sido de utilidad y puedas tanto elegir como montar una cama articulada mucho más fácilmente.

La tensión es uno parámetro indicativo de vital importancia para evaluar el estado de salud de una persona y detectar posibles enfermedades con mayor rapidez. Aunque los valores normales de la tensión son siempre los mismos, independientemente de la edad, la tensión tiende a ser cada vez más alta con el paso del tiempo. Por eso, es importante controlar la tensión arterial en personas mayores y así detectar en el menor tiempo posible problemas de salud que puedan estar desarrollándose.

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