Música y Alzheimer

musicoterapia

Son muchas las diferentes terapias que existen para ayudar a las personas que sufren de Alzheimer en sus diferentes etapas. Éstas van encaminadas a disminuir los trastornos de conducta (agitación, agresividad, nervios), mejorar la memoria, incrementar la masa muscular, mejorar la alimentación, etc.

Entre las terapias existentes, podemos encontrar la musicoterapia, que adecuadamente combinada con otras como la terapia farmacológica, puede aportar múltiples beneficios. La musicoterapia consiste en el uso terapéutico de la música, los ritmos, la melodía, etc., para mejorar la relaciones, las emociones, la cognición, etc.

Beneficios de la musicoterapia

El uso terapéutico de la música tiene efectos positivos en la memoria y en la orientación, así como puede ayudar a provocar una disminución de sentimientos de depresión y de ansiedad. Puede llegar incluso a ayudar a prevenir el avance de delirios, alucinaciones, ayudar en sentimientos de agitación e irritabilidad e incluso mejorar los síntomas en pacientes con trastornos de lenguaje. Del mismo modo, puede ayudar a reducir la sobrecarga de los cuidadores. Procedamos a analizar dichas ventajas:

  • Ventajas o beneficios cognitivos: el uso de la música puede ayudar a mantener habilidades verbales así como mejora la orientación espaciotemporal y la memoria. Esto es por ejemplo a través de las letras de las canciones, que al mismo tiempo que facilita la articulación de palabras y frases nos ayuda a recordar, sea por que se trate de una canción de nuestro pasado como porque la letra, inventada, nos ayude a facilitar el recuerdo de nombres, fechas, lugares, etc. Además, las canciones a menudo nos evocan a otra época, otra experiencia pasada, otra persona…
  • Otros beneficios psicológicos incluyen beneficios emocionales (ansiedad, agitación, depresión, etc.) y sobre la autoestima o la autopercepción (identidad personal, representación corporal). Ayuda a mejorar la atención y la concentración, manteniéndola focalizada en la canción, el baile o la actividad que se está realizando. Del mismo modo, pueden ayudar a facilitar la comunicación y la expresión de las emociones y opiniones, facilitando las relaciones sociales, ya que ayuda a calmar comportamientos disruptivos y facilita la participación en un grupo o con otras personas. Ayudan a la expresión de sentimientos de alegría, satisfacción y ayudan a evitar síntomas de apatía. Todo ello, provoca o ayuda a provocar una mejora de la autoestima y el autoconcepto.
  • Beneficios físicos: la musicoterapia no solo incluye la escucha, activa o pasiva, de música, si no que también puede mezclarse con bailes, tocar instrumentos, etc. esto incluye desde tocar el piano o la guitarra quien sepa hacerlo, hasta tocar instrumentos de percusión o dar palmas. Es necesario respetar los límites de cada uno, ya sea por problemas psicológicos como físicos, incluyendo por ejemplo la artrosis. Sin embargo, respetando esos límites, se puede tratar de potenciar que cada uno llegue hasta donde pueda como prefiera disfrutar. Por ejemplo, a lo mejor alguien no puede dar palmas con tanta facilidad, pero puede mover la cabeza o los pies al ritmo, chasquear la lengua, etc.

Todo ello es necesario que lo hagamos adaptándonos siempre a las capacidades o a la voluntad de cada persona, respetando su autonomía y sus posibilidades, evitando de esa manera disminuir su capacidad de elección y decisión, y respetando su dignidad como personas.

La actividad se puede adaptar, por ejemplo, facilitando la participación activa de las personas (tocando instrumentos, cantando) o permitiéndola disfrutar de la música de forma relajada. Siempre que sea posible, se tratará de fomentar que la persona participe en la elección de la música (poniéndola por sí mismo, eligiendo el estilo musical, diciendo sí o no a cada canción, etc.).

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¿Cómo adaptar la musicoterapia a la vida diaria?

Tal y como hemos mencionado, una terapia de grupo musical tiene muchos beneficios, pero esto no siempre es accesible por todo el mundo. En esos casos, podemos tratar de adaptar el uso de la música en el día a día, para poder ayudarnos de la misma y disfrutar de sus beneficios. Para ello, habrá algunas cosas que tendremos de tener en cuenta.

  • Siempre que puedas, es importante dotar a la música de significado. Cuando la persona se encuentre en condiciones de ello, trata de preguntarle por canciones que le recuerden a personas de su vida, o a momentos de su pasado, y úsalo como excusa para recordar momentos preciados. Si esto no es posible y necesitas averiguar qué música escuchaba o bailaba y no lo sabes, siempre puedes preguntar a familiares o amigos o mirar entre los discos. También puede ser útil buscar entre las canciones más populares durante su infancia, o entre la gente de su generación, y estar atento a las reacciones y opiniones de la persona.
  • Fomenta la interacción social, permitiendo que este sea un momento de relación. No pongas una canción y te marches. Siéntate con esa persona a escuchar la canción, canta y baila con ella, habla después sobre qué os parece esa canción, o de la letra. En muchas ocasiones, las canciones de nuestra infancia tienen historia (personal, social, política): compártela. Habla con esa persona y escúchala, y sobre todo disfrutad juntos.
  • Sírvete de la tecnología para crear experiencias más completas. Los altavoces te permitirán escuchar la canción con esa persona, y los auriculares ayudarán a una experiencia más inmersiva. También puedes buscar las canciones en formato electrónico. De esa manera, en el propio ordenador (mediante aplicaciones como YouTube o Spotify) te ayudarán recomendándote música similar. También te permitirán crear listas de reproducción para cada momento: para recordar, música relajante, música para activarse, etc.
  • Asegúrate de que el entorno sea el adecuado. Si quieres relajar a la persona, debes asegurarte de que esté cómoda, en un lugar tranquilo y sin ruidos, con una temperatura agradable, y sin hacer nada más al mismo tiempo. Música más activa puede verse acompañada por una buena iluminación, mientras nos encontramos andando o en una habitación con espacio suficiente para movernos o incluso bailar. Cuida siempre que el volumen sea adecuado. Además, evita poner la música cuando la persona no esté preparada para ello o la pueda alterar más: cuando esté intranquila, enfadada, nerviosa, etc. Si quieres relajarla, hazlo cuando empieces a notar que se está activando, no cuando ya está en su pico más alto.
  • Mide bien los tiempos. No satures a la persona ni pares la actividad demasiado pronto. La actividad debe durar, de forma ideal, entre 20 y 30 minutos. Esto permite parar la actividad cuando el efecto aun se está produciendo, de tal manera que no paramos cuando ya vuelva a estar agitada o intranquila, pero permite el tiempo suficiente para que tenga beneficios reales.
    Poniendo en práctica todas estas pautas, y siempre poniendo atención a la persona y practicando la escucha activa, podemos ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

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